(El presente texto es un extracto del artículo titulado “¿La
última Cumbre de las Américas? Juegos y Trampas”, del politólogo y analista
internacional Carlos Santa María)
Cabe señalar con absoluta certeza que Estados Unidos
expondrá un discurso de integración, apertura comercial, paz y armonía,
exigiendo cumplimiento de los derechos humanos – del cual se exceptuará -,
insistiendo en la búsqueda de la libertad como valor fundamental, lo cual no
debe ser interpretado sino como parte de la diplomacia retórica al cuestionar a
naciones insumisas.
Roberta Jacobson, Subsecretaria de Estado para Asuntos del
Hemisferio Occidental de los Estados Unidos, ha dado ya la visión que sostendrá
realmente el Pentágono.
Por una parte, la no intención de abordar el tema de
Venezuela pues sería un tema “sobredimensionado” ya que jamás habrían pensado
en invadir a éste, y por ser una discusión regional y no de un país en
particular, tocando sólo asuntos de carácter “hemisférico”, es decir, que
preocupe a todos.
Esta funcionaria prevé que habrá menos tensiones que en
Colombia, en la anterior sesión efectuada en Cartagena de Indias (2012),
expresando decepción por la supuesta demonización de su nación aunque
lamentando la oposición conjunta a dicho decreto…pese a que según su percepción
es simplemente un apoyo muy débil producto de las circunstancias.
Cómo se ha comentado profusamente en las Redes, es absurdo,
y allí si sobredimensionado, declarar en emergencia nacional a una nación
porque siete funcionarios de un gobierno diferente y sin posibilidades de
atentar contra nadie- hacen caso omiso de sus reclamos.
Lo delicado es que este decreto legaliza las ocupaciones
militares en los países señalados.
El concepto de seguridad hemisférica basado en la guerra, el
papel de Colombia o Perú, la militarización de Honduras y Guatemala, se
expresará en que Hussein Obama llamará a diversos gobernantes “flexibles” (Peña
Nieto, Cartes, u otros), y cercanos como Ollanta Humala y Juan Manuel Santos,
para indicarles la postura que deberán tomar, la cual no es tan seguro que sea
privilegiada en esta coyuntura.
Sostener que iniciar conversaciones con Cuba abrirá un
espacio inmenso al presidente Obama, es propio de la infantilización política.
No sería de extrañar, producto de la debilidad del régimen
estadounidense a nivel mundial, que asista con una carta debajo del brazo con
el fin de ganar simpatías, como puede ser eliminar a Cuba de la lista de
auspiciantes “terroristas” según sus estándares u otra medida de impacto
emocional.
Cuando se conoce que el agente CIA, Félix Rodríguez
Mendigutía, implicado directamente en el asesinato del Che Guevara, ha sido
acreditado para este evento, se confirma la complicidad y supeditación de las
autoridades a la Casa Roja estadounidense.
El tablero de ajedrez propone una jugada lógica: sólo si
Obama acepta un documento compartido donde se compromete públicamente a
desbloquear Cuba, derogar el decreto de amenaza continental, desocupar las
bases militares y rescindir la “asesoría” para el narcotráfico, no provocar
crisis económicas artificiales, entre otros puntos no menos importantes, se
entenderá que existe el compromiso real de cambiar su política de injerencia y
arrogancia.
En caso contrario, se supone que sería la última Cumbre y
exponencialmente el destino final de la OEA, para dar paso a nuevas
organizaciones con sentido democrático y actualmente vigentes.
Es preciso advertir que la OEA, especialmente bajo la
conducción del ex Secretario General, José Miguel Insulza (reconocido
neoliberal, contrario a los procesos de Venezuela y Cuba), ha permitido un
espacio informativo ya preestablecido que facilite a las organizaciones
antidemocráticas mostrar un show mediático internacional.
Será importante ver hasta qué punto este teatro de
operaciones manipulado sobrepasa la importancia de la discusión al interior del
evento.
No es imposible que el enfrentamiento entre fuerzas
soberanas e injerencistas alcance un alto nivel en los Medios, que es un
objetivo probable de los organizadores, especialmente por las denuncias de
manejo irregular en las acreditaciones a través de Panamá lo que ha llevado ya
al retiro de las delegaciones cubana y venezolana en el foro Sociedad Civil.
Es muy factible que las nuevas revelaciones de Edward
Snowden confirmando el espionaje británico a Argentina, con el apoyo de las
agencias de inteligencia estadounidenses para conocer las acciones transandinas
en pro de la devolución de las Islas Malvinas (junto a una campaña mediática
extrema contra la presidenta Cristina Fernández), tendrá que ser tratado ya que
continúa persistentemente afectando la estabilidad de los gobiernos
latinoamericanos y del Caribe.
Las operaciones encubiertas, la intervención en la
comunicación reservada del área militar, el uso maquiavélico de las redes y
Medios, la infiltración en la seguridad del estado, seguramente serán
denunciados y se deberá establecer un control decisivo a estas acciones,
especialmente ahora que el gobierno inglés ha usurpado territorio para
operaciones marítimas relacionadas con explotación de gas y petróleo en dicha
zona.
Se hace imprescindible actuar con mucha rigurosidad para no
caer en el juego de la “diversidad” donde se intente confrontar a los países
del Tratado de Pacífico y democracias restringidas colusionados en un bloque en
contra de los intereses de América.
Es una estratagema que forma parte de la manera en que se
trabaja la división continental.
Después que Barak Hussein Obama no se ha pronunciado sobre
la represión en España o México, apoya el exterminio en Yémen y ha castigado a
Venezuela, la Cumbre no puede tener otro objetivo que provocar una reflexión en
el mandatario estadounidense y forzarlo a pensar en el presente de su país, el
continente y el mundo, comprendiendo que hay nuevas relaciones de poder en el
ex patio trasero.
Eso es lo que desea la gente decente en el orbe.
Algunas interrogantes serán despejadas claramente como, por
ejemplo, la imposibilidad de generar una contradicción vital con el presidente
Nicolás Maduro; trastocar la agenda intentando poner a unos países contra otros
“vía diplomática”; determinar cuáles son los verdaderos aliados neocoloniales
en la región y en qué momentos apoyarán la Casa “Blanca”, es decir, establecer
un mapa de poder en el continente; crear una pantalla mediática que oculte los
fracasos de la política desestabilizadora y atente contra las soberanías
nítidas, o frenar las alianzas con China y Rusia.
Lo fundamental será la actitud de las naciones americanas
soberanas y su paso raudo hacia el futuro sostenible.
Recobrar memoria es esencial ya que esta reunión se efectúa
sólo por la aceptación de Cuba en ella. En su defecto no hubiera sido posible
por el rechazo decidido de aquellos que no aceptan imposiciones imperiales.
América Latina es una nueva región donde ya no es factible
hacer golpes de estado directamente con apoyo exterior, pese a que continúa aún
la desestabilización a través de la infiltración extranjera.
Por dicha razón, se hace un llamado al Gobierno de Estados
Unidos para que evalúe y ponga en práctica alternativas de diálogo bajo los
principios de respeto a la soberanía y la autodeterminación, validando a la
región en tanto posee una visión política colectiva de independencia y
complementariedad.
Si EE. UU. participa en la Cumbre con respeto es factible
avanzar notablemente o, en su defecto, propiciará el mismo fracaso del 2005
cuando el ALCA fue eliminado definitivamente.
Es trascendental comprender esta reunión como un espacio
coyuntural decisivo para oponerse a los intentos de militarizar el continente,
ratificar el derecho del planeta a desarrollar libremente su vida material,
social, política y espiritual, desautorizar masacres como la de Ayotzinapa,
insistir en la solución pacífica de todos los conflictos por medio del diálogo
y la inclusión.
Por tanto, rechazará la existencia en pleno siglo XXI de un
Inquisidor facultado por “mandato divino” para sancionar, como es el caso del
cargo: Coordinador de Política de Sanciones del Departamento de Estado de los
Estados Unidos (EE.UU.), por estar en contra de la Declaración Universal de
Derechos Humanos al proponerse como castigador extraterritorial.
No existe ningún latinoamericano ni ciudadano del mundo que
no desee con vehemencia que el régimen estadounidense cambie su forma de ver la
realidad y actúe razonablemente: el planeta elevaría un suspiro inmenso de
descanso y de esperanza. Es lo que se anhela fervientemente.
Finalmente, lo que se juega aquí es la Soberanía versus la
trampa domesticadora, por lo cual hay que tener claridad objetiva que hoy
existe una confrontación evidente en el campo del geopoder y las acciones deben
ser estudiadas rigurosamente.
Ello implica asumir que los conflictos actuales, y los que
están por venir, son parte de una estructura donde se enfrentan los afanes
soberanos de los pueblos que desean real libertad y aquellas potencias
históricamente neocolonizadoras que esperan continuar expoliando a los países
emergentes.
En este nivel de conciencia corresponde a América Latina y
el Caribe salir fortalecidos como un solo bloque que, independiente de sus
diferencias legítimas por cierto, pueda convertirse en el territorio de paz que
el mundo requiere actualmente y con fuerza suficiente para sobrevivir a las
desestabilizaciones amenazantes, lo que posibilite hacer de la justicia social
su mayor baluarte.
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