Fiesta del PCE 2010

En la carpa de Cuba con la bandera de la Revolución

Ruta de Aigualluts cerca de Benasque

En la pradera después de Aigualluts, a los pies del Aneto.

Impresionante cascada de Aigulluts

La espectacularidad de esta cascada es para no olvidarse de ella.

Las Gradas de Soaso

Un espectaculo en los Pirineos Aragones

Cascadas de la Larri en, la espectacularidad alubrada a nuestros ojos

Un valle Glaciar eún vivo en los Pirineos Aragones

A los pies del las agujas del Pico Perramo, con su ibón

Otro rincón sin desperdicio pero muy duro de alcanzar

La Alhambra de Granada

La Alhambra desplegando toda su majestuosidad por la noche

La Alhambra de Granada

El patio de los Leones después de su restauración

Caracassonne

Ciudad Patrimonio de la Humanidad al sur de Francia

Mont Saint Michel

En la Normandia francesa se encuentra emplazada esta abadía espectacular

Castillo de Chambord

En el Valle del Loira, merece la pena ver este chateau

La Cueva de Zugarramurdi

En el norte de Navarra, se encuentra este lugar misterioso

En el alto del Mugrón

Una jornada de reivindicación con la Plataforma contra el ATC de Zarra.

Vista Labor de Torregrande

Edificio centenario con planta defensiva acastillada en Almansa.

Fiesta PCE 2012

Cayo Lara apoyo la reivindicación de la Coordinadora en Defensa del Hospital de Almansa para su no privatización.

Marchas de la Dignidad

En pleno tramo de Chinchilla a Albacete de camino a Madrid con las Marchas 22-M.

Fiesta PCE 2014

Un rato distraido con Cayo Lara en los puestos de la Fiesta del PCE.

Fiesta PCE 2014

Gines Fernandez el Director de Mundo Obrero, mítico periódico del PCE.

Marchas de la Dignidad Almansa

Movilización contra los recortes sociales y libertades colectivas, reclamando Pan, Techo, Trabajo y Dignidad 21.03.2015.

VIDEOS MARXISTAS, MATERIALISMO HISTORICO, DIALECTICA, SOCIALISMO CIENTÍFICO. FILOSOFÍA MARXISTA
PACIFISMO BURGUÉS Y PACIFISMO REVOLUCIONARIO
MARX: DIALÉCTICA, HISTORIA Y COLONIALISMOS
HISTORIA DEL MARXISMO:CLASE 1-INTRODUCCIÓN

domingo, 30 de octubre de 2016

“La prostitución no afecta solo a las prostituidas, sino a todas las mujeres”

La Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres ha organizado, por segundo año consecutivo, una Jornada Internacional en Madrid sobre Prostitución y Trata. La novedad de este año es que las mesas de expertos han estado ocupadas, únicamente, por hombres. Los ponentes han hablado sobre el papel de los hombres en la erradicación de la prostitución.

La Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres celebraba el jueves pasado la Jornada Internacional sobre Prostitución y Trata de Mujeres en el Ayuntamiento de Madrid. Se trata de la segunda jornada consecutiva que organiza la Comisión alrededor de este tema. Asunción Miura, representante de la Coalición Internacional contra la trata de Mujeres en España (CATW), Rosario Carracedo, representante de la Plataforma de organizaciones de mujeres por la abolición de la prostitución, y Susana Martínez, Presidenta de la Comisión para la investigación de malos tratos a mujeres, han sido las encargadas de presentar el acto. Susana Martínez, presidenta de la Comisión, ha agradecido la colaboración a las organizaciones participantes y al Ayuntamiento, lugar en el que se han celebrado estas segundas Jornadas. “Nuestras jornadas, desde los años 90, han tratado la materia desde diferentes perspectivas: tráfico internacional, tratamiento informativo, anuncios… Ahora queremos saber cuál es la responsabilidad de la demanda”, comenta. “Queremos complementar la jornada del año pasado y conseguir un punto de vista más novedoso mediante la implicación de los hombres en la erradicación.

Que sean ellos los que aportan y cuestionen los comportamientos de otros hombres que entienden las relaciones sexuales entre mujeres y hombres de forma dominante”, defiende la presidenta de la Comisión. Martínez ha añadido el efecto que esto tiene en la juventud: “Hay que cambiar el imaginario social”. “Esta Jornada gira en torno a los hombres porque las abolicionistas pensamos que la prostitución y la trata existen porque hay hombres que pagan por ello”, comienza Miura, explicando el porqué de una jornada con solo expertos. “Cada vez hay más hombres en desacuerdo con la prostitución, dispuestos a seguir luchando por una sociedad libre de violencia hacia las mujeres, entre las que se incluyen la trata y la prostitución”, asegura. Miura ha resaltado que “con la violencia, es imposible la igualdad”.

Necesidad de avances 

España es uno de los países con más demanda, con más prostituidores. Por ello, el posicionamiento de los poderes públicos es fundamental. “Los partidos políticos tienen que considerar intolerable esta práctica y tienen que incluir en sus programas medidas reales y efectivas para acabar con esta lacra”, propone la representante de CAWT. Rosario Carracedo ha resaltado la importancia de que exista un debate en torno a esta temática. “En 22 años, hemos avanzado conceptualmente. El tema ha formado parte del debate del movimiento feminista, de la doctrina académica… Hemos avanzado y presionado a que los partidos políticos hayan tenido que introducir en su agenda alguna mención, aunque tibia”, reflexiona Carracedo. En el año 1995, el proxenetismo fue despenalizado y, desde entonces, ha habido un total de 30 modificaciones legislativas en el Código Penal. “En 2003 conseguimos que se volviera a incluir la penalización de nuevo.

El Tribunal Supremo lo derogó. En 2015 parecía que lo conseguíamos, pero volvieron a parar la reforma”, cuenta Carracedo. Mientras esto sucede en España, en Europa sí que se ven avances. Francia es un país pro-abolición y ha desarrollado políticas públicas compatibles con la igualdad. Por otro lado, en 2016, el Parlamento Europeo reflejó que la prostitución, el consumo sexual de mujeres por un precio, constituía una práctica de desigualdad. Richard Poulin es uno de los hombres que la Comisión ha seleccionado para estas jornadas. Poulin es Profesor Emérito del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Ottawa y profesor asociado del Instituto de Investigaciones y Estudios Feministas de la Universidad de Quebec. También es autor, entre otros, del libro Sexo, capitalismo y crítica del valor. Su ponencia se ha basado en estos pilares que considera inseparables.

Relaciones construidas en desigualdad

“Una de las primeras preguntas que hay que hacerse es cuál es la ventaja para un hombre cuando paga por tener sexo. Lo único que existe es el placer de saber que es más humano que la persona a la que está pagando, porque al pagar por ella la estás convirtiendo en un objeto”, explica Poulin, comparándolo con el racismo, donde hay un sentimiento de superioridad. Es en el “creerse superior” donde se encuentra su felicidad. “La prostitución tiene una relación directa con la violencia sexual, porque mediante el pago se asume un ‘consentimiento’ y conviertes a una persona en prostituida”, refleja Poulin. En España, un 40 por ciento de hombres pagan por tener sexo. Esto fomenta la creación de relaciones en desigualdad, en una sociedad violenta desde el punto de vista sexual.
“La prostitución no es un acto individual, no es una elección ni una relación de compra-venta en igualdad. Los hombres compran sexo para sentirse superiores y esto no afecta solo a las prostituidas, sino a todas las mujeres. Desconocemos que es una relación social de desigualdad entre sexos”, comenta Poulin.

En las últimas décadas, hemos asistido a un crecimiento de la prostitución, de la trata de mujeres con fines de explotación sexual, del turismo sexual y de la pornografía. “Estamos fomentando la aparición de violadores cada vez más jóvenes, insensibles ante la violencia sexual por el consumo de la pornografía. Su imaginario sexual se construye a través de esas imágenes que cada vez consumen más pronto. El único placer importante en la pornografía es el masculino”, denuncia Poulin. Actualmente, los niños comienzan a consumir pornografía hacia los 12 años y las niñas alrededor de los 13.

Regular la prostitución es banalizarla “La banalización de la prostitución se origina en los estados en los que se regula. Desde ese momento, el Estado avala esas relaciones sociales desiguales y, además, vemos cómo crece la prostitución”, plasma Poulin. El porcentaje de prostituidores en los países donde se ha legalizado, como Países Bajos (60), Alemania (66), Camboya (65) o Tailandia (95), es mucho mayor que en otros donde no es legal como Canadá (11,1), Suecia (13), Francia (12,5), Noruega (13) o Estados Unidos (16).
Con la legalización, hay una expansión de la prostitución, por lo que se recurre a mujeres extranjeras para satisfacer la demanda que crea el turismo sexual, ya que hay un mayor número de prostituidores locales y extranjeros.

Con la legalización, hay una expansión de la prostitución, por lo que se recurre a mujeres extranjeras para satisfacer la demanda que crea el turismo sexual, ya que hay un mayor número de prostituidores locales y extranjeros. “La trata de mujeres hace que los precios bajen y se fomenta el turismo sexual. Son las políticas del neoliberalismo”, denuncia Poulin, que incluye la perspectiva económica. “No se pueden separar los distintos niveles de análisis”, justifica.

Ideología neoliberal

Los estados con políticas neoliberales han fomentado la desregulación y el fin del Estado del Bienestar. “La ideología imperante es que cada uno es responsable de su suerte. Si has fracasado no es culpa del estado o del sistema, sino tuya, por eso nos encontramos ahora tantos manuales de psicología para tener ‘éxito’ en la vida”, comenta el Profesor. Siguiendo esa línea, Poulin denuncia que a estas mujeres se les inculca la idea de que son culpables y que si están en el mundo de la prostitución es porque quieren. “Estas mujeres no son vistas como víctimas, sino como responsables”, destaca. Y añade: “Además, no tenemos que intervenir en contra de su prostituidor, porque los proxenetas son considerados empresarios o protectores”.

Todo lo que puede hacer el Estado, si considera a las mujeres responsables de su prostitución, es tener una legislación a la que puedan recurrir como cualquier otra persona trabajadora. El Estado permite así que las mujeres evolucionen en ese medio en condiciones que dicen aceptables. “El Estado presenta dos caminos: la creación de burdeles y zonas de tolerancia; y la penalización a quienes no lo hacen legalmente. En ambos casos, quienes pierden son las prostitutas. Si optan por el primer camino, sus ingresos se verán ampliamente reducidos en favor del burdel. Si no lo hacen, serán criminalizadas por el propio Estado”, denuncia Poulin.

La educación como solución principal

“Para luchar con eficacia contra eso, se debe permitir por ley que las mujeres puedan estudiar. Muchas mujeres han dejado su hogar jóvenes, sin estudios, y se han visto sin alternativa a la hora de encontrar un trabajo. Sin otra opción, solo pueden practicar la prostitución para sobrevivir. Es una perpetuación sin fin”, refleja. Asimismo, el Profesor asegura que –además de la legislación- se debe educar al alumnado de los centros educativos para que se impida la captación, pero también para evitar que los niños se conviertan en futuros prostituidores. “Sin clases de educación sexual, el discurso pornográfico es el que enseña a la juventud. Tenemos un problema si ese es el aprendizaje. Si el porno es lo que construye su imaginario, la violencia sexual será considerada como algo común y banal”, reflexiona Poulin.

Para finalizar la ponencia, Richard Poulin ha asegurado que la industria del sexo se debe analizar como un todo, que aúna prostitución, trata de mujeres, turismo sexual y la industria pornográfica, que sirve como propaganda para todo lo demás. “La igualdad se conseguirá cuando no haya relaciones mercantiles”, culmina.

TribunaFeminista

domingo, 23 de octubre de 2016

Cómo los medios españoles ocultaron la responsabilidad de las empresas occidentales en la muerte de las víctimas del Rana Plaza en Bangladesh

La industria textil, también llamada maquila en Latinoamérica o sweatshop en Asia, es un fenómeno que se da a lo largo y ancho del planeta en países empobrecidos y con una mano de obra altamente feminizada. Son los grandes centros de producción que las empresas multinacionales emplean para fabricar sus productos; principalmente ropa y calzado. Se encuentran en las Zonas Procesadoras de Exportación, enclaves elegidos por las ventajas fiscales, la exención del pago de impuestos, o la falta de controles medioambientales. Se trata de un eslabón fundamental de las empresas que buscan mayores beneficios a través del abaratamiento de los costes de producción. Sus efectos son devastadores a muchos niveles; violan sistemáticamente los derechos laborales y humanos y son uno de los fenómenos mundiales que a más mujeres afecta. Pese a ello, el espacio que se le ha dado en los grandes medios de comunicación ha sido poco relevante, aunque va en aumento gracias al debate sobre la moda low cost que últimamente ha protagonizado programas en prime time.

El derrumbe del edificio Rana Plaza tuvo lugar el 24 de abril de 2013. Benetton, Mango, El Corte Inglés, C&A, Primark, Carrefour y Marks&Spencer, entre otras, cosían sus prendas allí. Fue el único caso, hasta esa fecha, que consiguió colarse en la agenda mediática. No fue el primero en Bangladesh, ni tampoco el primer accidente de una fábrica textil en el mundo, pero sí fue el primero que se cobró una cantidad de víctimas importante, equiparable al derrumbe de las Torres Gemelas. Dejó más de 1.100 muertes, casi 2.500 personas heridas, más de 300 desaparecidas y 234 cadáveres sin identificar. Ahora bien, ¿cómo se informó sobre este hecho en los dos diarios con más impacto y mayor número de personas lectoras de todo el Estado español? ¿La información que se difundió sobre el Rana Plaza en El Mundo yEl País fue suficiente para que los y las lectoras pudieran entender lo que estaba ocurriendo verdaderamente? ¿Hubo un discurso predominante?

Que parezca un accidente
¿Qué ha pasado en Bangladesh? Esta es la pregunta que mucha gente se hacía cuando veía las impactantes imágenes del Rana Plaza en sus televisores. Y esta fue la primera pregunta a la que los mass media debían responder. Desde las primeras informaciones, y en todo momento, el suceso fue definido como un derrumbe de un edificio, como un accidente industrial. Colapso, hundimiento, desplome, tragedia, drama, siniestro, devastador o desastre fueron algunos de los sinónimos empleados para describir la noticia. La atención del público estaba colocada en torno a un inmueble inanimado y todas las informaciones, exceptuando los reportajes dominicales, citaron como causa principal las grietas del edificio, sus causas físicas. Por tanto quien mató fue el edificio, y además de manera involuntaria ya que “se vino abajo”, nadie lo tiró.

Una vez planteado y definido el hecho en cuestión, las causas del “desastre” irían en el mismo orden lógico, y aunque esto pueda parecer banal, fue una cuestión vital para el posterior desarrollo discursivo y mediático. Las grietas, el terreno inestable, la inseguridad del edificio o incluso la excesiva altura definieron las líneas de análisis y provocaron que fuera prácticamente imposible poner de manifiesto un debate más profundo que albergara la responsabilidad de otros agentes en lo ocurrido. Así se fueron evitando y retrasando temas más controvertidos como el papel de nuestras empresas multinacionales en la zona. La base de la mayoría de planteamientos parte de la consideración de tratar al derrumbe del Rana Plaza como si fuera, casi exclusivamente, un accidente coyuntural, cuando en realidad estábamos ante un fenómeno global asentado sobre complejas implicaciones estructurales que tienen que ver, entre otras cosas, con los derechos humanos.

Cuando este razonamiento lógico de acción-reacción o grieta-derrumbe dejó de explicar toda la complejidad, que en cierta manera se empezaba a vislumbrar, el siguiente paso fue colocar en el punto de mira a los gerentes y a los dueños de los talleres de confección. De esta manera se les empezó a definir como “los malos”, ya que obligaron a los y las trabajadoras a asistir ese día a trabajar; las informaciones apuntaban como “nuestros jefes nos forzaron” o los “trabajadores que resultaron heridos acusaron a los responsables de las fábricas de obligarles a trabajar”.

La engañosa búsqueda de culpables: Blangadesh vs Occidente
“La tragedia de Bangladesh salpica a Occidente” fue uno de los titulares con el que El País abrió el 27 de abril de 2013. A priori podría parecer que se estaba estableciendo una conexión entre lo ocurrido en Bangladesh y nuestros países, basada en la responsabilidad y en el mal hacer de nuestras marcas, pero si nos fijamos atentamente en el verbo empleado denota la existencia de cierta incomodidad, porque cuando algo salpica, molesta. Es algo que no se espera, es algo con lo que se tiene que lidiar, una responsabilidad fortuitamente endosada. Así que para evitar que el foco crítico recayera en las marcas occidentales, se buscaron nuevos culpables. Esta vez, Bangladesh.

El relato que permitió la culpabilización del país estuvo asentado en un discurso etnocéntrico. Nuestra cultura fue autopresentada de manera positiva y superior, mientras que la suya, era descrita a través de estereotipos. La mayoría de las noticias presentaba a las personas trabajadoras como pobres, dependientes, vulnerables, pasivas pero violentas, e incapaces. Son “esos seres anónimos y lejanos que mueren debajo de los escombros”. La sintaxis utilizada y la floritura de los textos nos sumergen en espacios lúgubres, de caos, miseria y drama al narrar y describir los hechos y lugares en torno a Bangladesh, por lo que la nota fatalista y sensacionalista tuvo suficiente peso. Esta presentación dicotómica también estuvo presente a la hora de abordar la responsabilidad de lo ocurrido. Ésta no se asume ni se omite, se transfiere a las autoridades y las empresas de Bangladesh, con lo que encontramos que el relato general se encontró enraizado en la exculpación de todos los agentes occidentales pero en la inculpación de todo aquello que tuvo que ver con el país asiático.

Bangladesh fue castigado discursivamente, y eso no sólo significó una mirada etnocentrista sino también un relato construido desde el marco neoliberal, donde la globalización es positiva, y por ende, la industria textil también. Los valores de bienestar asociados a progreso y riqueza impidieron colocar en su justa medida un derrumbe de tamañas características e hicieron que paralelamente surgiera un discurso a favor de las fábricas textiles. Éstas fueron catalogadas de “milagro económico”, “pujante industria” o “negocio de 15.000 millones anuales”, pero ni una sola noticia hizo alusión a lo que las grandes multinacionales se ahorraron o se embolsaron por fabricar sus prendas en países como Bangladesh, ni a los beneficios anuales que gracias a estos talleres llevan décadas obteniendo. En otros casos se habló de la negligencia e impunidad de los líderes políticos, pero jamás se mencionó la impunidad o la negligencia de otros agentes que intervienen en el esquema comercial.

¿Dónde están las mujeres?
Los datos no aparecieron desagregados por sexos, pero evidentemente no afectó igual a hombres que a mujeres; porque el 80% de la plantilla de las fábricas textiles de Bangladesh son mujeres. Esto significaría que, si había alrededor de 5.000 personas en el momento del derrumbe, como ambos diarios afirmaron, fue el mismo que afectó a 4.000 mujeres de Bangladesh, y eso nadie lo dijo.

Es reseñable que de 52 noticias tan sólo en cinco encontramos testimonios de mujeres trabajadoras de la industria textil. Esto supone que tan sólo un 9,6% de las noticias fueron contadas con mujeres trabajadoras de la industria. Las mujeres que aparecieron y hablaron fueron: Laboni Khanam, que fue “un caso” paradigmático porque fue amputada in situ incluso antes de llegar al hospital; Reshma Begum, por ser el “hallazgo milagroso”, una de las supervivientes que consiguió salir de los escombros después de 17 días; Moni, una empleada de Inmaculate, una fábrica textil de Bangladesh, y Fahima, que habla para otro reportaje sobre las mujeres amputadas, en el que también aparece Laboni.

Las mujeres aparecen en tercera persona, no son protagonistas. Se las tiende a definir desde la violencia y el conflicto. Han sido representadas como pobres, dependientes y víctimas. Llama la atención que para referirse a los hombres se les denomina trabajadores u obreros, mientras que las mujeres siempre son catalogadas de “costureras” o incluso de “ejército de costureras”. Las mujeres fueron ubicadas en entornos vulnerables como hospitales o al pie de los escombros, siendo representadas con algún brazo o pierna amputada, o transportadas en camilla mostrando pasividad o incapacidad, con expresiones de dolor y acompañadas, en estos casos, por personal masculino. En otras se las ve llorando o con aspecto compungido. Encontramos también la imagen de Reshma dentro de uno de los hoteles más lujosos de Bangladesh en su primer día de trabajo después de abandonar el hospital y el trabajo en la fábrica tras el derrumbe. Esa es la única imagen que tenemos en la que una mujer esté sola, de pie y sin compañía, en un despacho con libros y material de oficina al fondo. No encontramos ninguna imagen donde se vea a un hombre sufriendo, la mayoría están protagonizadas por mujeres.
Desinformación y manipulación

Lejos de lo que se piensa, el derrumbe no inundó los medios, ni puso al desnudo el abismo entre costes y beneficios de la producción textil, ni dejó en evidencia las condiciones laborales en las que trabajan miles de personas. Así, se impidió la reflexión y el debate en la ciudadanía sobre lo ocurrido en Bangladesh, al mismo tiempo que legitimó nuestro nivel y forma de consumo y siguió ahondando en las diferencias sociales, culturales y de género. No hubo una crítica seria, ni un análisis profundo o riguroso, el relato general contempló un tono de lástima y de pena, pero no de indignación o de petición de justicia. El Mundo y El País se hicieron eco, sí, pero ello no significó que el tratamiento fuera suficiente porque suprimieron buena parte de la información. La cobertura del Rana Plaza presentó fallas importantes que hubieran permitido una mayor comprensión del asunto por parte de las personas lectoras.

En el relato falta, por ejemplo, una conexión directa y causal entre las prácticas de las grandes empresas multinacionales y las condiciones de los talleres textiles de Bangladesh. Muy pocas informaciones aludieron a las causas estructurales. La gran mayoría de las informaciones vertidas estuvieron sujetas al discurso superficial, hasta en un centenar de ocasiones se mencionó la palabra “grieta”. El término “derrumbe” es el que, sin duda, más veces aparece, tanto que se produjo una nominalización o traslación; esto es, el sustantivo derrumbe se convirtió en un sustantivo propio de tal forma que al mencionar “el derrumbe”, ya sabíamos a qué se estaba haciendo referencia. Esto evitó, además, poder establecer la conexión entre nuestro modelo de consumo y Bangladesh; se habla sobre los problemas que tienen las personas trabajadoras de la industria textil, pero no se presta atención a lo que nuestra sociedad provoca con nuestro modo de vida y de consumo.

No mostrar las asimetrías que la globalización genera es una falta de rigor periodístico. Los medios han contado su versión y la han camuflado de verdad. El derrumbe de Bangladesh fue una práctica de desinformación y manipulación. La escasa profundidad de los hechos narrados, el sensacionalismo, el reduccionismo, la pobreza en las argumentaciones, la falta de contextualización, el mensaje neoliberal, androcéntrico y el refuerzo de los estereotipos son el envoltorio de una estrategia concreta: ocultar los delitos y crímenes flagrantes de los que las empresas occidentales son corresponsables.

Itziar Pequeño es periodista y feminista especializada en comunicación social y para el desarrollo y comunicación con perspectiva de género.

jueves, 13 de octubre de 2016

Afectados por Iberdrola en Brasil denuncian violaciones de derechos

Cientos de familias desplazadas por el embalse de Baixo Iguazó y la represa de Belo Monte protestan ante la falta de alternativas para su reasentamiento.

Alrededor de 150 familias acamparon el a principios de septiembre en la entrada de las obras del embalse Baixo Iguazó, en Paraná (Brasil), ante la cancelación por parte de la empresa Geração Céu Azul –en la que Iberdrola participa en un 70% a través de su marca Neoenergía– de las negociaciones sobre el precio del suelo y el reasentamiento de las familias que serán desplazadas por la hidroeléctrica. Decenas de personas más se concentraron el lunes 25 de septiembre frente a la sede del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), en Altamira, en protesta por la otra gran infraestructura en marcha en este país, la represa de Belo Monte, en el Estado de Pará, y para presionar por el derecho a la vivienda de las cerca de 500 familias afectadas por este proyecto.

“Neoenergía está infringiendo varios derechos humanos, entre ellos el derecho a una justa negociación”, denuncian desde Ecologistas en Acción. “Ocupar y resistir es la única forma que tenemos nosotros los afectados de ser oídos; esperamos algo de vuelta, pues cuando el agua cubra mi casa ya no harán nada, y eso es lo que la empresa Neoenergía quiere”, explica uno de los campesinos afectados por la construcción del embalse de Baixo Iguazó.

Las obras de este proyecto ya están completas en un 60%, sin embargo, aún no han garantizado a las familias afectadas el reasentamiento. Por el contrario, según denuncian desde Ecologistas en Acción, desde el consorcio Geração Céu Azul han enviado comunicados en los que criminalizan a las familias afectadas y la empresa afirma haber estado siempre “abierta al diálogo”, a pesar de que canceló reuniones sin avisar previamente a familias que tuvieron que desplazarse hasta 500 kilómetros.

Hasta entonces, el consorcio del que forma parte Iberdrola había ofrecido once zonas de reasentamiento de menor capacidad de la zona que quedará inundada por el embalse y que desde la empresa brasileña que acompaña a Iberdrola en el proyecto, Copel, advirtieron que prácticamente las once zonas ofrecidas son inadecuadas para el reasentamiento por sus características topográficas y la mala calidad del suelo. En su comunicado, el consorcio también amenaza a las familias con tomas “medidas” para hacer rendir cuentas a los culpables frente a posibles daños en la obra.

Las protestas en Baixo Iguazó fueron sofocadas el día después –6 de septiembre– por la Policía Militar de Paraná, que desalojó los campamentos montados por las familias afectadas tras unas cargas con balas de goma y gas lacrimógeno en las que varias personas fueron heridas, y hospitalizadas. Una semana después, un millar de personas se manifestaron en los municipios de Capanema y Capitán leonidas Marques, cerca de Baixo Uguaxó, para denunciar la violencia policial y la actitud de Neoenergía. Tras las manifestaciones, las familias afectadas consiguieron una nueva reunión para definir nuevas áreas de reasentamiento.

Por su parte, los afectados de la represa de Belo Monte, a consecuencia de las obras han sido trasladados a la zona pantanosa de Altamira, donde viven sin agua potable y sin tratamiento de las aguas residuales. Las obras de Belo Monte también han provocado que el precio de los alquileres de viviendas en la zona se multipliquen por diez, pasando de los 200 reales (55 euros) a los 1.500 (412 euros).


Iberdrola comenzó su línea de negocio en Brasil hace dos décadas, con la adquisición de empresas de distribución y producción eléctrica, según señalan desde Ecologistas en Acción. Además de la participación en Belo Monte y Baixo Iguazó, la hidroeléctrica española está presente en la infraestructura de Teles Pires y en el proyecto, ahora suspendido, de Tapajós.