La Autodeterminación de las Naciones
es una propuesta del programa de los marxistas rusos que en su apartado 9, explicita
las bases y condiciones para alcanzar ese objetivo. En su día fue criticado
duramente entre otros por el liquidacionista ruso Semkovski, el bundista Libman
y el socialnacionalista ucranio Yurkévich, estos tres señores le dedicaron en
sus periódicos un gran desprecio.
Lenin quiso hacer frente a esta
ofensiva a través de este articulo refutando tales argumentos para
desactivarlos, ya que consideraba no aportaba nada que no hubiese ya dicho Rosa
Luxemburgo en su artículo de 1908-1909: La cuestión nacional y la autonomía. En
esta obra Rosa Luixemburgo se suma a quienes criticaban el punto noveno del
programa del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), el cual lo consideraba metafísico y abstracto.
Lo primero que les espeta es su
ignorancia por no saber de dónde proviene esa reivindicación, aparecida ya en
el programa ruso de 1903 y también en una decisión del Congreso Internacional
de Londres de 1896. A Rosa Luxemburgo le echa en cara dejarse llevar por
elucubraciones divertidas para conocer la voluntad de un pueblo, tampoco aclara
si sus argumentos se basan en definiciones jurídicas o en la experiencia de los
movimientos nacionales del mundo entero.
Lo que habría que decir es que el
triunfo del capitalismo sobre el feudalismo se basó en gran medida al sostén de
los movimientos nacionales y la estrategia de la burguesía de concentrar los
mercados unificándolos en una unidad económica, derrotando a los diversos
señores feudales diseminados por el territorio y de este modo adquiriendo una
cohesión estatal alrededor también como especificó Lenin de un idioma, que hará
factible la comunicación entre los integrantes de ese espacio conjunto.
Lenin lo resumiría de esta forma:
“Por ello, la tendencia de todo movimiento
nacional es formar Estados nacionales, que son los que mejor cumplen estas
exigencias del capitalismo contemporáneo. Impulsan a ello factores económicos
de lo más profundos, y para toda la Europa Occidental, es más, para todo el
mundo civilizado, el Estado nacional es por ello lo típico, lo normal en el
período capitalista”.
De este modo recalca
taxativamente que la autodeterminación de las naciones significa, yendo al
grano y no perdiéndose en procedimientos jurídicos, si nos atenemos a los
desarrollos históricos en paralelo y a las condiciones económicas de esos
movimientos nacionales, se traduciría en una separación estatal del conjunto de
una nación, constituyéndose un Estado nacional independiente.
Es aquí cuando Lenin comienza una
argumentación basándose en el folleto de Kautsky “Nacionalidad e
internacionalidad” para desarbolar a Rosa Luxemburgo, aduciendo de ella que
tome citas de este texto de Kautsky y no se dé cuenta que lo que hace el autor
es describir las mejores condiciones para darse un Estado nación. Le critica
también que exponga la imposibilidad de poder llevar a cabo la autodeterminación
de Estados pequeños como: Montenegro, Rumania, Serbia, etc. por la dependencia
al capital y no vea como incluso grandes naciones como Rusia dependen del
capital financiero imperialista. Le recrimina que confunda la autodeterminación
de los Pueblos con la autodeterminación en lo económico. A este respecto pone
el ejemplo de Asia con la aparición de un Estado como Japón, el cual ha
desarrollado una potente producción mercantil, avanzando en el capitalismo y a
la misma vez sojuzgando a otras colonias. Siendo así, ratifica las tesis de
Kautsky “el Estado nacional es regla y norma del capitalismo”, contradiciendo a
Rosa en sus argumentaciones.
En cuanto al planteamiento
histórico concreto de la cuestión, Lenin explicaba lo siguiente. Primero de
todo analizar en el contexto y con un repaso histórico al desarrollo del país
se este estudiando, a la misma vez que comparándolo con otros países para ver
sus particularidades concretas.
A este respecto habría que
contextualizar lo siguiente. El régimen zarista sometía a las nacionalidades
del imperio ruso a la más feroz opresión. Según el censo de 1897, el último
bajo el régimen imperial, de una población de 129 millones de habitantes sólo
55,6 millones eran rusos, un 43% del total. Sin embargo, la lengua rusa, la
religión ortodoxa oficial y la administración zarista eran impuestas al 57%
restante, compuesto por decenas de nacionalidades y grupos étnicos: ucranianos,
bielorrusos, polacos, finlandeses, lituanos, letones, judíos, los pueblos
caucásicos, los pueblos turco-tártaros, moldavos, alemanes, etc. Para afianzar
su dominio, el zarismo recurría a menudo a los pogromos —linchamiento masivo de
un determinado grupo cultural— e incluso al exterminio de poblaciones enteras,
especialmente en el Cáucaso. El carácter multinacional del imperio ruso, esa
cárcel de pueblos, utilizando palabras de Lenin, se debió a su peculiar
desarrollo histórico. Mientras que en el siglo XIX el capitalismo industrial
estaba ya muy avanzado en el occidente europeo, en Rusia la servidumbre de la
gleba no fue abolida jurídicamente hasta el año 1861.
Lenin distinguió, por tanto, dos
épocas diferenciadas en el capitalismo: una de ellas la bancarrota del
feudalismo y el absolutismo, correspondiendo por consiguiente a la creación de
los Estados nación. la época en que los movimientos nacionales adquieren por
vez primera el carácter de movimientos de masas Y la época donde las
estructuras de estos países ya conformados en Estados burgueses capitalistas se
han definido y como tal existe el antagonismo de clase entre proletariado y
burguesía.
En esa línea Lenin explica:
“Lo típico de la primera época es
el despertar de los movimientos nacionales y la incorporación a ellos de los
campesinos, que son el sector de la población más numeroso y más "difícil
de mover" para la lucha por la libertad política en general y por los
derechos de la nación en particular. Lo típico de la segunda es la ausencia de
movimientos democráticos burgueses de masas, cuando el capitalismo
desarrollado, al aproximar y amalgamar cada día más las naciones, ya plenamente
incorporadas al intercambio comercial, pone en primer plano el antagonismo
entre el capital fundido a escala internacional y el movimiento obrero
internacional.”
Estos párrafos son los
fundamentales para hacer valer su crítica contra R. Luxemburgo, defendiendo a
la misma vez el programa de los marxistas rusos, ante sus diatribas vacías
exentas de análisis dialectico sin concretarlo en la observación histórica del
fenómeno se da pone en Rusia.
R. Luxemburgo siempre defendería
el derecho de Polonia a poseer una autonomía ante Rusia, como eje de sus
estudios contrarios a la autodeterminación de los pueblos, concretamente en su
artículo "El problema nacional y la autonomía".
A este respecto R. Luxemburgo en
su cruzada contra el Derecho de Autodeterminación escribiría en clara oposición
al programa de los marxistas rusos en su apartado noveno:
"...A pesar de lo elástico
que es el principio del "derecho de las naciones a la autodeterminación",
que es el más puro de los lugares comunes, ya que, evidentemente, se puede
aplicar por igual no sólo a los pueblos que habitan Rusia, sino también a las
naciones que viven en Alemania y en Austria, en Suiza y en Suecia, en América y
en Australia, no lo encontramos ni en un solo programa de los partidos
socialistas contemporáneos..."
Ante tales aseveraciones que no
pretendían más que poner en evidencia del aislamiento de los marxistas rusos,
Lenin discrepa de ella exponiendo que, en el planteamiento de ese punto del
programa marxista ruso, lo que expresa no es como dice ella “el más puro de los
lugares comunes” si no que está referido a los movimientos nacionales
democráticos burgueses, que como es sabido ya terminaron sus revoluciones
burguesas conformando su Estado nación, en cambio en Rusia no se da ese
principio. Recalcando para justificar su
análisis este importante comentario:
“En la
Europa continental, de Occidente, la época de las revoluciones democráticas
burguesas abarca un lapso bastante determinado, aproximadamente de 1789 a 1871.
Esta fue precisamente la época de los movimientos nacionales y de la creación
de los Estados nacionales. Terminada esta época, Europa Occidental había
cristalizado en un sistema de Estados burgueses que, además, eran, como norma,
Estados unidos en el aspecto nacional. Por eso, buscar ahora el derecho de
autodeterminación en los programas de los socialistas de Europa Occidental
significa no comprender el abecé del marxismo.”
En
Europa Oriental y en Asia, la época de las revoluciones democráticas burguesas
no comenzó hasta 1905, de ahí se deduce que Rusia estaba en ese momento
atravesando ese periodo histórico y de tal manera hacen explícito en su
programa ese importante punto.
En este apartado del análisis de
R. Luxemburgo criticado por Lenin, desliza el ejemplo de Austria para afirmar
sus supuestos y Lenin le replica sobre la base de la constitución como Estado
nación de Austria, distinguiendo diferentes condicionantes en Rusia y en
Austria como la uniformidad rusa predominante frente a la heterogeneidad
austriaca, aunque esta uniformidad sólo se daba en el centro del país, Siendo
los alógenos (extranjeros) el grupo mayoritario un 57 % establecidos en la
periferia. Al mismo tiempo le lanza una puya importante al identificarle en el
programa de los socialdemócratas austriacos, a través del ponente polaco Reger,
incluían entre sus aspiraciones la de la unificación nacional, de la libertad e
independencia de sus pueblos.
A saber, La monarquía austriaca
por aquel entonces se extendía por toda Europa central, desde la frontera con
Suiza hasta la lejana Bucovina, en la frontera de Rusia con Rumania. Tenía una
Constitución dualista en la que el reino histórico de Hungría contaba con un
parlamento propio, radicado en su capital Budapest, en tanto el parlamento
austriaco se encontraba en Viena. Tenían en común el arancel aduanero, la
política exterior y el ejército. Las decisiones se acordaban en común entre los
dos países a través de delegaciones a sus parlamentos respectivos. La
constitución burguesa de 1867 prometía la igualdad de derechos, pero era papel
mojado. Se propuso la idea de conformarse a la manera cantonal como en Suiza,
estando en esto a favor el emperador austriaco Francisco José. El problema fue
que las nacionalidades de sus ciudadanos eran diversas y variables en cada uno
de los territorios y los choques entre ciudadanos, sobre todo lingüísticos eran
frecuentes. En el reino de Hungría los magiares ocupaban un lugar privilegiado
frente al resto de nacionalidades. Algo menos evolucionado, los problemas
surgían por cómo llevar a cabo la modernización económica del país, la elección
del idioma en la escolarización, sobre el idioma oficial o el vernáculo en los
asuntos burocráticos.
En ese complicado Estado dual, la
socialdemocracia austriaca no quería romper la conformación del marco legal. En
su empeño de impedir la desintegración de la monarquía desembocó en el
tratamiento no traumático de la llamada “autonomía cultural”, a la cual Lenin
se opondría.
A diferencia de los austriacos,
la socialdemocracia rusa el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), no
tenía existencia legal bajo la autocracia zarista. Desde su primer Congreso
(1898) defendía el derecho de las naciones a su autodeterminación, de acurdo
con la célebre resolución de la II Internacional en el Congreso de Londres
(1896), reafirmada como hemos dicho en el Congreso del POSDR de 1903. La
rusificación brutal y sin escrúpulos le confería al Imperio zarista el grado de
“cárcel de pueblos”.
La burguesía siempre va actuar
como la clase hegemónica imperante, viene a decir Lenin en los movimientos
nacionales, pero el proletariado debe aprovechar esta circunstancia y luchar
por su ideal de emancipación, al interés de su lucha de clases. La burguesía
siempre empujará hacia su objetivo y frente a él se ha de encontrar el
proletariado sin garantizar nada a ninguna nación ni comprometerse a dar nada a
expensas de otra nación. Este planteamiento es el que contrapone a los
argumentos de “practicismo” de R. Luxemburgo ante el programa de los marxistas
rusos. En este contexto habrá que recordar la Comuna de Paris, no fue practica
a los intereses de la burguesía francesa, que incluso tuvo que aliarse con los
mismos enemigos en su guerra para derrotar a los insurrectos.
Así se le espetaba esto a los
marxistas rusos:
“Se nos dice: apoyando el derecho
a la separación, apoyáis el nacionalismo burgués de las naciones oprimidas.”.
¡Esto es lo que dice Rosa Luxemburgo y lo que tras ella repite el oportunista
Semkovski, único representante, por cierto, de las ideas de los liquidadores
sobre este problema en el periódico de los liquidadores!”
En estas líneas lo que viene a
decir Lenin es que mientras se oponía R. Luxemburgo a la autodeterminación de
Polonia, estaba favoreciendo con sus argumentos a la clase burguesa
nacionalista rusa, aún más feudal y retrogrado:
“En todo
nacionalismo burgués de una nación oprimida hay un contenido democrático
general contra la opresión, y a este contenido le prestamos un apoyo
incondicional, apartando rigurosamente la tendencia al exclusivismo nacional,
luchando contra la tendencia del burgués polaco a oprimir al hebreo, etc.,
etc.”
El planteamiento que desarrolla
Lenin es un planteamiento de nulidad de privilegios de nación alguna, con una
inquebrantable postura de igualdad entre naciones y obreros.
En este apartado de la reflexión
de Lenin arremete contra el Partido Demócrata Constitucionalista, al que le
echa en cara que nunca haya estado a favor del Derecho a la autodeterminación,
a pesar de aparecer el subterfugio del derecho de autodeterminación cultural en
su programa.
Centrados en los razonamientos de
los señores Sávenko y Kokoshkin del Partido Demócrata Constitucionalista
despliega Lenin su batería de ideas para vencer esas posiciones nacionalistas a
ultranza del Estado ruso, hablando acerca del problema ucraniano. Ante tal
desvarío uniendo a la crítica a R. Luxemburgo que expresaba posiciones favorables
a que el divorcio fuese tratado por los Parlamentos centrales, presenta como
ejemplo el derecho al divorcio que los mismos reaccionarios hablan de romper
las familias si se lleva a delante y aduce que:
“Pero la democracia considera que
los reaccionarios son unos hipócritas, pues, en realidad, defienden la
omnipotencia de la policía y de la burocracia, los privilegios de un sexo y la
peor opresión de la mujer; considera que, en realidad, la libertad de divorcio
no significa la "disgregación" de los vínculos familiares, sino, por
el contrario, su fortalecimiento sobre los únicos cimientos democráticos que
son posibles y estables en una sociedad civilizada.”
Este capítulo se cierra
desgranando una verdad irrefutable y es que al proletario con conciencia le da
igual sea explotado por el burgués propio o el alógeno, si con ello significa
no conseguir su emancipación. El obrero con conciencia de clase le son
indiferentes los privilegios de los capitalistas rusos, como los de otra nación
constituido o por constituir. El desarrollo del capitalismo proseguirá si no se
enfrenta. Y así dice de mantener una profunda neutralidad con la burguesía de
su nación ya que, si perciben desde el proletariado de otro país los apoyos a
la burguesía nacional, ésta será recelosa y no confiará, debilitando la
solidaridad internacionalista de clase. Y el negar el derecho a la
autodeterminación, o a la separación, significa indefectiblemente, en la
práctica, apoyar los privilegios de la nación dominante.
En el punto sexto razona sobre la
separación de Noruega de Suecia y como R. Luxemburgo la utiliza para apoyar sus
tesis. Le espeta si ha llegado a razonar en ¿si la socialdemocracia necesita,
en un Estado de composición nacional heterogénea, un programa que reconozca el
derecho a la autodeterminación o a la separación?. A lo que Rosa no responde y
da continuas vueltas como cuando menciona al periodiquillo de Cracovia Naprzód,
del cual se sirve para tomar la postura contraria a la que expresa. Le da un
repaso histórico ateniéndose al materialismo histórico, demostrando los
continuos roces entre estos dos países y así en agosto de 1905 a través de un
referéndum decidieron no tener el mismo rey que Suecia. Le recuerda el hecho
histórico de la integración de Noruega en el reino de Suecia:
“Noruega fue entregada a Suecia
por los monarcas durante las guerras napoleónicas, contra la voluntad de los
noruegos y los suecos hubieron de llevar tropas a Noruega para someterla.
Después de eso durante largos decenios. A pesar de la autonomía de extraordinaria
amplitud que contaba Noruega (Parlamento propio), constantes roces entre
Noruega y Suecia, y los noruegos procuraron con todas las fuerzas sacudirse el
yugo de la aristocracia sueca.”.
Esto fue en agosto de 1905 y Lenin siempre lo
pondría como ejemplo del buen hacer autodeterminativo pacifico de una nación.
El punto séptimo del análisis
versa sobre el reconocimiento de la socialdemocracia del Derechos a la
autodeterminación. Tal como dice el acuerdo del Congreso Internacional de
Londres celebrado en 1896, declara encontrarse a favor de tal Derecho,
expresando sus simpatías a los obreros de todas las naciones que sufran el yugo
de un Estado opresor. Cita a los srs. Semkovski, Libman y Yurkévich, los cuales
parecen no conocer el acuerdo, pero en cambio R. Luxemburgo si lo conocería.
Ella se basaría en el carácter declarativo de la Resolución para no darle la
importancia que tenía. Este hecho sacó de los nervios a Lenin que indica en el
análisis las tres posiciones se defendieron:
- *El punto de vista de los “fraquistas”
- *El punto de vista de R. Luxemburgo
- *El que desarrollaría C. Kautsky
El punto octavo del trabajo de
Lenin sostiene este la posición favorable de K. Marx a la autodeterminación de
los pueblos poniendo como ejemplo a Irlanda, que en un principio no la veía,
aunque luego si la apoyó con fuerza. Señala en las cartas de Marx el tremendo
odio mantienen los obreros ingleses sobre los irlandeses y expresa que todas
las infamias inglesas tienen su origen en la esfera irlandesa, señalando como
una de las causas el sojuzgamiento de este pueblo por el inglés a través de las
armas. Marx de este modo cambiaría su postura respecto a Irlanda como refleja
esta anotación que realiza Lenin:
“La clase obrera de Inglaterra no
podrá liberarse mientras Irlanda no se libere del yugo inglés. La esclavización
de Irlanda fortalece y nutre a la reacción en Inglaterra”
El siguiente punto lleva a tratar
el Programa marxista de 1903, relata las posturas incluso anteriores que dieron
paso a este posicionamiento en el Congreso marxista, como por ejemplo la de
Plejanov, al que los ponentes de la delegación polaca no le apoyaron,
discutiéndole sus ideas. Sus posturas iban encaminadas a defender una "autonomía
nacional cultural", lo cual significaba de alguna forma posicionarse al
lado del partido liberal recién constituido, el Partido Demócrata
Constitucionalista (Kadetes) de la Rusia de ese tiempo.
Los polacos fueron al II Congreso
(1903), declarando que era imprescindible y urgente la unificación. Pero lo
abandonaron tras de sufrir "reveses" en la comisión de programa, y su
última palabra fue una declaración escrita, en la que se hacía la precitada
propuesta de sustituir la autodeterminación por la autonomía nacional cultural
tal y como figura en las actas del congreso.
Es en este apartado cuando Lenin
carga contra Trotski advirtiendo que en ningún lugar los marxistas polacos
dejan entrever la supresión del programa de los marxistas rusos el punto 9 del
Derecho a la autodeterminación de los pueblos. Dice de él. ¡Trotski obsequioso,
enemigo peligroso! Y le atribuye la expansión de chismes. Directamente lo
califica de liquidador y sus palabras como atestiguan el escrito no hacían
fiarse de él:
“Trotski jamás ha tenido una
opinión firme en un solo problema serio del marxismo, siempre "se ha
metido por la rendija" de tales o cuales divergencias, pasándose de un
bando a otro. En estos momentos se halla en la compañía de bundistas y
liquidadores. Y estos señores no tienen muchos miramientos con el partido.”
Finalmente, en el punto de conclusiones,
Lenin defiende la postura de la inclusión del Derecho de autodeterminación de
las naciones, alejarse de cualquier tentación nacionalista que enfrentase a los
obreros de los pueblos entre sí. Propugnar la unidad de la lucha proletaria y
de las organizaciones proletarias, su más íntima fusión en una comunidad
internacional.
A modo de resumen diríamos que la
disputa entre Rosa Luxemburgo y Lenin se salda históricamente a favor de este
último ya que la reunificación e independencia de Polonia se daría en 1918, un
poco antes de su muerte. Los calificativos de utópica o irrealizable dedicados
al programa de los marxistas rusos se convirtieron en posibles y por otro lado
las ideas de Lenin iluminaron el cielo de las naciones y obreros pretendían su emancipación
del país opresor.
Por último, sacar la conclusión
de que Lenin y los marxistas rusos consiguieron despejar todas las dudas
nublaban este concepto focalizándolo en su trasfondo de clase en la cuestión
nacional. Por eso sus posiciones eran bien esquematizadas y fundamentadas, sin
caer en las tentaciones del nacionalismo de la burguesía de las nacionalidades
oprimidas, ni tampoco en la represión de la burguesía naciente rusa,
sojuzgadora de la clase obrera. Tenían que mantener firmemente una política de
independencia de clase en todo momento. Por otro lado Lenin a lo largo de este
trabajo de 1914 acerca de la Autodeterminación de los Pueblos deja entrever con
sus análisis el no apoyar la Federación, ni las autonomías por ser herramientas
utilizadas por liquidacionistas, burgueses y oportunistas.