Unas jornadas previas a la cumbre
de esta semana entre la UE y América Latina y Caribe analizan el papel de los
acuerdos comerciales e inversiones como mecanismo para ahondar en las políticas
neoliberales y las privatizaciones masivas.
“Tenemos que revertir la
ideología neoliberal apelando a los principios de los derechos humanos. De lo
contrario, Estados Unidos seguirá ahondando en la senda que abrió con el NAFTA
[el tratado de libre comercio que firmó con Canadá y Estados Unidos en 1994] y
acabará firmando dos acuerdos similares con la Unión Europea, el TTIP, y con
los países del Pacífico, el TPP, pasará a controlar así el 60% del PIB mundial
y el 75% del comercio mundial”. Así de rotunda se ha mostrado la presidente de
Transnational Institute, Susan George, en unas jornadas celebradas este lunes
en Bruselas sobre la cumbre entre la UE y los países de América Latina y
Caribe, que tendrán lugar este miércoles y jueves también en Bruselas.
Sobre el TTIP, George no se
anduvo con medias tintas: “Es un enorme desafío porque este acuerdo es una
horrible pieza de legislación”, ha sentenciado: “Se les dará a las empresas la
oportunidad de cambiar todo el trabajo que se ha hecho en Europa por construir
un modelo social en beneficio de las personas y de los trabajadores”.
Con acuerdos como éste, ha
alertado George, las empresas acumularán cada vez más y más capital y cuando
esto sucede, ha argumentado, “se borra la barrera de la corrupción. En Estados
Unidos, las multinacionales pueden dar tanto dinero como quieran a un candidato
a la presidencia para hacer la campaña electoral, de manera que luego sucede
que, en cuanto al TTIP, por ejemplo, el 93% de las reuniones que el Gobierno
mantiene sobre este acuerdo comercial está siendo con compañías privadas y
lobbies empresariales. Así, el sector privado ni siquiera tiene que andar dando
dinero bajo la mesa”.
Tras la guerra, ha advertido
George, se creó en Occidente una ideología keynesiana del bienestar, que ahora
es la que está en jaque. “Desde ese momento, en los años 50, empezó a crearse
ya una ideología neoliberal basada en la expansión del capital y el poder de
las grandes corporaciones, una ideología que fue impulsada definitivamente por
Reagan y Thatcher en los años 80”, ha criticado George.
Profundizar en la globalización
social
Ante este panorama, George ha
llamado a ahondar en la globalización, pero en la globalización social, en la
globalización de la protesta. “Estar unidos en Europa no es suficiente. Hay que
seguir reforzando las relaciones y la cooperación entre los países europeos,
claro, pero estamos globalizados y la gente tiene que trabajar por estar
globalizada para saber qué se hace en otras partes del mundo y estar unidos a
nivel global para para luchar juntos, en común”.
El eurodiputado de Podemos,
Miguel Urbán, ha señalado así a “las políticas de austeridad impuestas en
Europa con la crisis económica para seguir imponiendo medidas neoliberales, una
estrategia del shock para beneficiar al gran capital y de paso causar miedo en
la población, y todo con el chantaje de la deuda”.
“Se introduce el miedo, el miedo
a perder el trabajo, a no poder comer tres veces al día, y se nos dice que
éstas son las únicas políticas posibles, que no hay otra opción, porque lo que
quiere la Troika es que no haya ciudadanos sino súbditos”, ha criticado Urbán,
para quien el triunfo de Syriza en Grecia “muestra todo lo contrario: que hay
otra política que puede hacerse, y eso es lo que más teme la UE, que Syriza
demuestre que hay otra opción”.
Junto al TTIP, otro de los
grandes proyectos neoliberales para liberalizar, privatizar y amasar capital en
manos de las grandes corporaciones, es el TiSA, el Tratado sobre el Comercio de
Servicios, que negocian en secreto medio centenar de países y que podría dar
lugar a una ola de privatizaciones.
El sindicalista uruguayo Fernando
Gambera ha alertado que frente al TiSA está claudicando un país tras otro,
“incluso los que podrían parecer o pensamos que son más progresistas, como
algunos países del Mercosur”.
Como ejemplo, Gambera ha señalado
el caso de su propio país, Uruguay. "Después de diez años de gobierno con
un claro interés social, resulta paradójico encontrar que el país está ahora
implicado en el TiSA. En seis meses, el presidente de Uruguay ha pasado de no
saber nada de este acuerdo internacional a estar participando en las
negociaciones". Según Gambera, "el TiSA impedirá a los futuros
gobiernos, del signo que sean, cambiar las legislaciones, y esto puede ser muy
grave para países en los que, como Uruguay, sectores como la energía o las telecomunicaciones
aún son de monopolio estatal".
La gestión del agua
Una de las luchas que está
teniendo lugar en Europa precisamente sobre la liberalización de un sector, es
la que está planteando la Federación Europea de Sindicatos de Servicios
Públicos en cuanto al sector del agua.
Pablo Sánchez, portavoz de la
Federación, ha celebrado que la iniciativa europea ciudadana presentada el año
pasado para tratar que la UE garantice la gestión pública del agua “es la única
que de momento ha recibido una respuesta positiva de la Comisión Europea y
ahora mismo se está tratando en el Parlamento comunitario”.
“La liberalización de este
sector, sin embargo, no es nueva. Hace algunos años el 75% del agua de Europa
se gestionaba públicamente y ahora ese porcentaje está por debajo del 50%”.
“Los beneficiados por estas privatizaciones de la gestión del recurso son
empresas con nombres y apellidos: Suez, Eolia, Aqualia…porque lo que se ha
hecho no es sino transferir dinero público a estas multinacionales”.
En el caso del agua, Sánchez cree
que la lucha para garantizar la gestión pública del agua “y que el ánimo de
lucro quede fuera de la ecuación, está en el derecho humano al agua que
garantiza Naciones Unidas, porque al tratarse de un derecho nos permite hablar
de gestión pública. Un derecho”, argumentado, “no puede estar sujeto al ánimo
de lucro, al beneficio de las grandes corporaciones”.
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