Si bien ya dijimos en su día que las milicias están formadas por gente sencilla; y no snobs, como confirmó María Antonia Sánchez en El País
semanal; hoy
añadimos que entre ellos hay representantes de profesiones liberales que hablan inglés mejor que cualquier
alcalde-esa de Madrid y abordamos el grupo más controvertido: los rusos.
Son voluntarios, vinieron
aquí por el mismo motivo que los que aquí se quedaron: enfrentar al fascismo.
Muchos no son soldados y no tenían ninguna experiencia militar, ni siquiera
hicieron la mili. “Uno llegó en agosto con su camiseta y nada más. Otro perdió
su tarjeta de crédito, tuvo que vender su Iphone
para poder volver a casa. Sus padres pensaban que estaban en Sochi”, nos
cuenta una secretaria del centro de reclutamiento.
Hoy ha sido enterrado Sergey, del batallón Rus (antiguo nombre de Rusia). Sobrevivió a los grad, los morteros, las ametralladoras y
murió la semana pasada al estallarle una bomba de racimo que intentó desactivar
en el poblado de Poselok (Lugansk). Los lugareños llevaban avisaron de que
“eso” llevaba un mes ahí sin explotar. Sergey sin ser zapador, intentó ayudar.
Es algo que ocurre y ocurrirá durante los siguientes años. Junto a Sergey
calleron dos milicianos más (serán repatriados y enterrados en Rusia) y otros
dos resultaron heridos.
No negaré que al combate
han acudido aventuristas, ultrancionalistas rusos y de otros países e incluso
bandidos a enriquecerse con el hambre y el dolor ajeno y oportunistas de cuello
blanco. Pero la guerra conserva un fuerte trasfondo de clase y está cobrando un
caracter anticapitalista. Los que han sostenido el peso de los combates no han
sido los que querían probarse en la guerra, “muchos de ellos se fueron después
del primer ataque aéreo”, sostienen una chica de Krasnodón, sino la gente cuya
moral no ha permitido abandonar a los suyos a su suerte, o la de los forasteros
que no pueden observar indiferentes el dolor y la mentira tan grande que
alimenta esta guerra. Sergey ya tenía 41 años.
Repelido ataque
a Lugansk por el batallón Aydar de Liashko desde Schastie, los
ucranianos han perdido varios blindados.
25-10-2014
Eloy Fontán, Lugansk
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