Dos meses completa la protesta
pacífica de campesinos de los municipios Florencia, Milán, Morelia y Valparaíso
(departamento de Caquetá, Colombia) en contra de la empresa petrolera china
Emerald Energy, la cual, desde inicios del año pasado ha intentado entrar al
territorio para iniciar con la explotación del crudo.
El conflicto desatado por la
intervención de la multinacional Emerald Energy en Caquetá se encuentra en
posiciones extremas. El martes 30 de junio la protesta de los campesinos que
quieren evitar el inicio de las labores de exploración petrolera, terminó en
enfrentamientos con la fuerza pública.
En 2012 el gobierno concesionó a
esta multinacional parte del territorio de la Amazonía, bajo el proyecto
denominado bloque petrolero ‘El Nogal’. Desde ese año la empresa empezó a
socializar con los habitantes de la zona lo que sería su intervención y
anunciando los supuestos beneficios que esta traería para la comunidad. No
obstante, hasta este año se inició la operación y se avivó el conflicto.
Voceros campesinos de la Comisión por la Vida del Agua aseguran que la
intervención de las petroleras sobre el subsuelo ha dañado el ecosistema de la
Amazonía, afecta de manera directa la fauna y la flora, por lo cual piden que
se reconozca a la naturaleza como una víctima más del conflicto armado. “Las
acciones de guerra que se vienen desarrollando en el marco del conflicto deben
de ser condenadas por el daño que han generado a la naturaleza” dicen.
Con los mismos argumentos los
habitantes de Valparaiso se oponen a que empiece la fase exploratoria mientras
no haya estudios sobre el impacto que esta generaría. Emerald Energy tuvo que
salir de San Vicente del Caguán, hace pocos meses, al parecer, porque la
operación petrolera no le era rentable dado el bajo precio del crudo.
Un conflicto de antaño
La puesta en marcha de la
locomotora minero-energética del gobierno de Juan Manuel Santos ha generado
múltiples conflictos en varias regiones del país. Según el ingeniero forestal
Esteban Cabuya, la Amazonía fue rebautizada en los dos últimos Planes
Nacionales de Desarrollo como la zona centro andino sur, sobre la cual se han
dispuesto alrededor de 124 mil hectáreas para la explotación de recursos
naturales, “de las cosas que generan mayor preocupación es que en toda esta vasta
zona no ha existido consulta con las comunidades, lo cual va a generar nuevos
conflictos” puntualiza el director del Centro de Estudios Ambientales de la
Amazonia.
De tal manera, el resultado de la
pugna que se libra desde mayo es el acumulado de lo que viene pasando en el
territorio desde hace años como lo señala José Antonio Saldarriaga, líder
campesino de Valparaíso y representante de la Comisión por la Vida del Agua,
“llegó el punto en que no aguantamos más la guerra que se libra contra
nosotros, primero fue la guerrilla y los paramilitares y ahora el Estado nos
ataca con los proyectos mineros y no lo vamos a permitir”.
De igual manera, Gregorio Pérez
Ramírez, líder campesino de la región, asegura que el único delito que han
cometido es estar en contra del capital extranjero, “no queremos que sigan
dañando la naturaleza colombiana y de paso que nos afecten a nosotros como
campesinos, que es lo que han hecho durante años”. Agrega que frente a la
situación actual “la resistencia ha sido pacífica, ni piedras hemos utilizado,
simplemente hemos bloqueado y han respondido con agresión”. Sobre por qué
fueron desalojados por el Esmad los campesinos afirman que “nadie sabe ni da
razón de quién los mandó acá. Ni el Ministerio de Minas ni el Presidente
Santos”.
La iglesia católica regional ha
posibilitado la mediación entre las partes, no obstante también han sido
víctimas de señalamientos por parte de la multinacional. “La empresa ha dicho
que nosotros somos los impulsores para que los campesinos tomen la vía de hecho”
afirmó el padre Carlos Cubillos, quien por el contrario fue enfático en
mencionar que lo que ha pretendido la iglesia es que se escuche a los
campesinos y se les respete la integridad. Además de ello, asegura el
representante de la institución, que las malas prácticas de las empresas han
seguido haciendo daño a los campesinos, “comprar a las personas con dinero, por
la falta de recursos y oportunidades que no ha brindado el Estado, ha generado
disputas y al mismo tiempo ha pretendido por la fuerza meter el proyecto de
explotación”.
La petición de los campesinos
Pero los campesinos no son los
únicos que tienen resistencias con el proyecto de exploración petrolera de
Emerald Energy. En un comunicado a la opinión pública con fecha del 28 de
junio, varios sectores, incluyendo la Gobernación, alcaldías y otras entidades
públicas, le piden al gobierno nacional que escuche a la comunidad y suspenda
la intervención de la multinacional. Para Eduardo Moya, presidente ejecutivo de
la Cámara de Comercio Departamental, existen diferentes alternativas de
desarrollo para la región alejadas de la extracción del subsuelo “Hay mucho que
aprovechar sin dañar el ecosistema, nosotros decimos que la amazonia es el
patrimonio de la humanidad y el desarrollo económico del Caquetá se puede dar
si se respeta su condición”.
Señala, además, que toda la
inversión que hace el Estado en seguridad para trasportar los camiones de
petróleo y la protección de la infraestructura se puede invertir en desarrollo
social para las comunidades. Posición con la que coincide el ingeniero Cabuya,
quien afirma que se debe contar es con la disposición del Estado para que se
respete el ecosistema.
El llamado que hacen los
campesinos es a que aparte de ser escuchados se debe generar un estudio serio
sobre la región para analizar la conveniencia de la explotación, rechazando de
tajo los estudios que ha presentado la multinacional. La respuesta radical de
los campesinos se sustenta en sondeos que han realizado, como el caso de
Valparaíso, donde de 576 votos rechazaron la intervención de la empresa y sólo
5 estuvieron a favor de ella.
El jueves 2 de julio hubo un
intento de conciliación entre los voceros de los campesinos y representantes
del Ministerio de Minas, pero este fracasó. “Hay un falso discurso de paz
cuando se atenta contra la vida de la gente. La narrativa de paz es un falso
significante” dice Saldarriaga.
Se espera que en el futuro se
logre acordar una mesa de interlocución que permita darle una salida a este
nuevo conflicto desatado por la actividad minera en territorios donde el
impacto ambiental aún se desconoce.
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