Pero, del mismo modo que para que
Isla pueda cobrar un sueldo más de 100 veces superior al del presidente del
gobierno hace falta que las trabajadoras de Inditex ganen un salario promedio 366
veces menor que el del máximo directivo de la corporación, esta compañía
solo puede continuar con el crecimiento sostenido de sus ganancias y con el
consiguiente pago de dividendos a sus accionistas —Ortega controla el 59% del
grupo y recibirá más de 960 millones este año por ello— de una
manera: recortando costes laborales mediante la externalización y la
deslocalización de su producción a otros países.
Ehsan Ullah Khan, activista pakistaní contra el trabajo
forzoso que padecen 400 millones de niños y niñas en el mundo y fundador del
movimiento Marcha Global, considera que Zara mantiene a miles de menores
cosiendo en industrias que forman parte del complejo tejido de subcontratas que
se expanden principalmente por Asia. Por su parte, el Centre for Research on
Multinational Corporations, una organización holandesa sin ánimo de lucro que
escruta a las grandes multinacionales, y la ONG India Committee of the
Netherlands han denunciado que los gigantes del textil cometen
“graves violaciones de los derechos humanos y laborales” cuando atraen
“mediante engaños y falsas promesas” a decenas de miles de niñas y adolescentes
indias a fábricas de ropa donde trabajan en “condiciones espantosas que
equivalen a trabajos forzados”. Y las denuncias interpuestas por la inspección
de trabajo contra Inditex en Brasil por el uso de talleres con trabajo esclavo
en la cadena de producción han sido reiteradas en los últimos años.
Sin embargo, esta gran
transnacional del textil entiende que la responsabilidad es únicamente de las
empresas proveedoras, que subcontratan de forma “no autorizada” la fabricación
de prendas de Zara en los talleres donde trabajan los menores de edad. Y alude
a las múltiples inspecciones voluntarias que realiza a lo largo de la toda
cadena de producción en diferentes países. En definitiva, se exime a sí misma
de cualquier responsabilidad legal al respecto. En este contexto, entonces,
¿tiene Inditex alguna responsabilidad jurídica sobre estos hechos?
Las modificaciones en la división
internacional del trabajo ponen de manifiesto una realidad que incide
directamente en los ordenamientos laborales: las presiones en las cadenas de
producción que generan empleo precario. La descentralización y la diseminación
productiva dan lugar a que la actividad empresarial se realice mediante
personal ajeno a la empresa a través de subcontrataciones y trabajo autónomo;
es decir, la externalización se convierte en el elemento central del actual
modo de producción. Además, la personalidad jurídica de las corporaciones
transnacionales se fragmenta en toda una serie de filiales, proveedores,
contratistas y subcontratistas, siendo la relación entre ellas puramente
mercantil, al menos desde la perspectiva del Derecho formal.
Así, Inditex considera que los
niños y niñas que trabajan en los talleres subcontratados no se encuentran bajo
su responsabilidad legal y que no puede controlar la mano de obra que emplea en
todos los países y a lo largo de todas las cadenas de producción. Lo que sí
hace Inditex, por el contrario, es aprovecharse de la externalización de costos
que le permite obtener grandes beneficios —mediante el pago de precios bajos a los
proveedores y, en su caso, a contratistas y subcontratistas por sus productos o
servicios; eso por no hablar de las prácticas de elusión fiscal: Inditex
dispone de 34 sociedades instrumentales en territorios de nula o baja
tributación— al margen de las condiciones laborales que tengan las trabajadoras
en la cadena de producción.
La libre circulación
internacional de mercancías y capitales, sin duda, dificulta identificar a los
verdaderos responsables de las operaciones económicas. Por eso, para evitarlo,
debe hacerse responsables a todos los actores económicos que se lucren con la
actividad mercantil, sea cual sea la fórmula jurídica utilizada por la empresa,
incluida la fractura en la cadena de producción entre proveedoras, contratistas
y subcontratistas. Se trata, al fin y al cabo, de profundizar en la
trazabilidad social del producto, responsabilizando al operador que lo ponga en
el mercado —remontando la cadena de producción y distribución—, tal y como hace
el Derecho Comunitario Europeo a la hora de regular la responsabilidad en
materia de productos defectuosos. De esta forma, Inditex es responsable de toda
su cadena de producción, ya que, como afirma el jurista francés Alain Supiot,
“el producto permanece cargado del espíritu de quien lo puso en circulación y
debe seguir respondiendo no obstante sus cambios de propietario”.
Las empresas transnacionales
quieren que sus obligaciones solo se ajusten a las legislaciones nacionales
—previamente sometidas a políticas neoliberales y reformas estructurales— y a
la mera responsabilidad social corporativa. Pero las ideas pseudo normativas
sobre las que bascula la RSC son la voluntariedad, la unilateralidad, la
no-exigibilidad y la autorregulación. De ahí que esta no sea únicamente una
respuesta ante las protestas sociales en su contra y un “lavado de cara” de su
actividad, sino, sobre todo, una nueva forma de configurar las relaciones entre
las grandes empresas y el conjunto de la sociedad en el modelo capitalista.
Este es el marco de sus “obligaciones”, que se mueve en los contornos de lo que
en otras ocasiones hemos llamado “la arquitectura jurídica de la impunidad”.
Además, junto a la voluntariedad
y la unilateralidad, hay que tener en cuenta los distintos mecanismos de
verificación y evaluación de la “responsabilidad social”. Más allá de la
pluralidad de sistemas, de su burocratización y de su dudosa imparcialidad, su
dimensión más perversa es la apariencia de legitimidad que dota a las memorias
de RSC. Sin embargo, la realidad es muy diferente: la pluralidad de mecanismos,
de sistemas y de índices de evaluación provoca un desconcierto y una
hiperinflación de datos, de información selectiva y unilateral que, lejos de
garantizar los contenidos de las memorias, refuerza a los equipos de RSC de las
transnacionales en detrimento de controles de los sindicatos, organizaciones y
movimientos sociales. Si se analizan las memorias anuales de Inditex, de hecho,
se ven reflejadas todas y cada una de las afirmaciones descritas; las denuncias
por trabajo esclavo y trabajo infantil nunca aparecerán recogidas en estos
informes, ya que la responsabilidad será —supuestamente— de las compañías
proveedoras, contratistas y subcontratistas, esto es, de “otras empresas”.
Es cierto, no obstante, que
Inditex firmó el año pasado un acuerdo marco global que permite que los
sindicatos intervengan en toda la cadena de producción y que implica una mejora
en la evolución de los códigos de conducta unilaterales y voluntarios, que son
sustituidos por mecanismos de interlocución y de participación sindical. Se
trata de un acuerdo que tiene fuerza contractual entre las partes pero no
efectos normativos; dicho de otro modo, la presencia sindical es un avance
importante aunque la última palabra la sigue teniendo la empresa.
Ante prácticas tan graves como
las expuestas, ¿por qué no puede demandarse a Inditex en los tribunales
españoles? Y es que, ya sea por medio de la extraterritorialidad o por la
modificación de la jurisdicción universal, crímenes tan graves como el uso del
trabajo infantil o el trabajo esclavo habrían de ser denunciados ante los
mismos. En este contexto, asimismo, parece necesario un marco normativo
internacional —imperativo y con efectos coercitivos— que retire la última
palabra a las empresas transnacionales; fundamentalmente, en base a tres ideas
centrales:
- *Las empresas transnacionales son
personas jurídicas y, en tanto tales, sujetos y objeto de Derecho, de modo que
el Derecho Internacional de los Derechos Humanos —incluidos el Derecho
Internacional del Trabajo y el Derecho Internacional Ambiental— resulta de
obligado cumplimiento para ellas.
- *Los dirigentes de las grandes
corporaciones —también los de Inditex— son personas físicas y las normas
jurídicas vigentes son también obligatorias para ellos. Particularmente en materia
civil y penal, las tendencias modernas, que se reflejan en las legislaciones
nacionales, reconocen la responsabilidad de las personas jurídicas,
admitiéndose la doble imputación: por un lado, es imputable la persona jurídica
—Inditex podría ser excluida de cualquier contrato o subvención pública, así
como multada o, incluso, disuelta—, por otro, las personas físicas —los
dirigentes de la transnacional— que tomaron la decisión incriminada.
- *Las empresas transnacionales
tienen una responsabilidad solidaria con sus filiales, así como con toda la
cadena de proveedores, contratistas y subcontratistas, ya que comparten la
responsabilidad por las violaciones de los derechos civiles, políticos
sociales, económicos, culturales y medioambientales —al estar conectadas
mediante las prácticas económicas— con las compañías multinacionales. Esta
responsabilidad solidaria es una cuestión esencial, teniendo en cuenta la
práctica habitual de las grandes corporaciones de externalizar costos, riesgos
y responsabilidades al tiempo que obtienen grandes beneficios.
Juan Hernández Zubizarreta y
Pedro Ramiro
1 comentarios:
Sin olvidar nunca los comienzos de esta sanguijuela, porque levantó su chiringuito capitalista sobre el sudor y la explotación de cientos de mujeres gallegas q trabajaban en sus casas para él, sin ningún tipo de derecho laboral, al negro, trabajo al destajo, sufrimiento puro. Muchas, muchísimas, se dejaron la vista cosiendo en sus casas para él 10, 12 horas al día.
No hace mucho pude charlar con una señora ya muy mayor que apenas ve, y que fue de aquellas mujeres cuyo tabajo en condiciones inhumanas, fue lo q permitió a Amancio Ortega convertirse en un gran industrial. Me llegó al alma el testimonio de esta señora.
Esto en Galicia es tabú. Ningún medio se atreve a decir algo crítico sobre Ortega: es Dios. Y ningún político, salvo lógicamente los de la izquierda. De ahí que poca gente se haya interesado por esta historia de las costureras gallegas que trabajaron para este explotador en sus inicios.
Salud!
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