En Madrid no se habla de otra
cosa: el Primark de Gran Vía. En el interior, un ejército de dependientas se
reparte entre cajas y escaparates. La empresa asegura que ofrece "un
paquete salarial competitivo".
Diluvia en Madrid y la cola da la
vuelta a la manzana. Pero ellos (y especialmente ellas) prefieren mojarse.
Aguantan estoicos el chaparrón y gritan de emoción cuando el ’segurata’ les da
paso. "¡Ya entramos, ya entramos!" Cualquiera diría que esperan para
ver a los Rolling Stones, pero no. Es la cola para entrar al nuevo Primark de
Gran Vía. Y eso que ya han pasado varios días desde que abrió sus puertas.
Luces de neón azul y un estucado
blanco cristalino recubren sus cinco plantas. Parece una iglesia. Un ejército
de dependientas se reparte entre cajas y escaparates. "Yo trabajo 30 horas
semanales y gano 700 euros", explica una de ellas. No se quejan: "Ni
es bueno ni es malo, es lo que hay".
A su alrededor una masa
enfervorecida rebusca la mejor oferta: vaqueros a ocho euros, dos guantes por
1,5 euros, abrigos a 19 euros. En el exterior, más de 20 guardas de seguridad
pastorean a las manadas de devotos del ’low cost’. "Sigan por aquí, por
favor". Ninguno de ellos se pregunta cómo es posible que se vendan
vaqueros a ocho euros.
El nuevo templo al consumo
impresiona. "La Gran Vía es una ubicación fantástica y estamos encantados
de contar ahora con una tienda allí", consideran desde Primark. En Madrid
no se habla de otra cosa.
La cuestión es, ¿cómo consiguen
mantener esos precios y pagar el alquiler de un local de cinco plantas en un
edificio, propiedad de Inditex, que está entre los más caros de la capital?
Salarios ’low cost’, contratos
fijos
El ’low cost’ de Primark tiene
una doble cara. El convenio colectivo para las dependientas establece un
salario base de 15.247 euros al año para los trabajadores a tiempo completo,
que se reparte en 12 pagas mensuales y tres extras. "Ofrecemos un paquete
salarial competitivo", aseguran fuentes de la compañía.
En UGT piensan de una manera
distinta. "La empresa ha crecido en ingresos un 36% más que el año pasado
y el coste del personal se mantiene en alrededor del 10%", denuncian.
Lo que más abunda en la empresa
es la temporalidad. De acuerdo con Comisiones Obreras, un 60% de la plantilla
cuenta con contratos temporales, la mayoría de entre 25 y 30 horas semanales.
De esos de 700 euros al mes, como el de la dependienta de la Gran Vía.
UGT piensa también que la empresa
abusa de la precariedad en sus contratos y que existe una intensa brecha de
género. "Hay un gran número de tiempos parciales, la gran parte mujeres.
Sólo los mandos son tiempos completos y aquí curiosamente sí que hay
hombres", lamentan. Desde Comisiones tienen distinta opinión:
"Primark es una empresa intensamente feminizada, con un 90% de mujeres en
plantilla. No existe techo de cristal".
Tampoco hay que perder de vista
que las condiciones que ofrece el gigante irlandés no son las peores que se
pueden encontrar en el sector. "Más del 70% de los trabajadores entran
como indefinidos. Llevo toda la vida trabajando en comercio y no es habitual
encontrar estas circunstancias", apunta otra de las trabajadoras de Primark
en la capital.
Fábricas en Bangladesh
Desde Primark aportan otras
razones para explicar sus precios: "Nuestro secreto es que aprovechamos
eficiencias de escala, hacemos pedidos de ropa de gran volumen, apenas hacemos
publicidad y trabajamos en estrecha colaboración con las fábricas",
aclaran.
La empresa irlandesa cuenta con
700 fábricas en todo el mundo repartidas en países como India, China, Vietnam,
Turquía y... Bangladesh. La cadena irlandesa sigue pagando hoy día
indemnizaciones por valor de 12 millones de dólares a las víctimas del derrumbe
del edificio Rana Plaza, que ocupaba uno de sus proveedores en Bangladesh.
"Primark no es propietaria
de las fábricas que producen sus bienes, pero asume la responsabilidad de estos
trabajadores para garantizar que sus productos se fabrican en buenas
condiciones", aclaran desde la firma irlandesa.
El mayor accidente textil de la
historia del país causó 1.127 muertos y 2.438 heridos. El 24 de abril de 2013
un complejo de nueve plantas, con cinco talleres que producían para importantes
marcas extranjeras de ropa y accesorios, se vino abajo en el suburbio
industrial de Savar, en las afueras de Dacca. Entre las empresas no estaba solo
Primark. Allí se hacía ropa de Mango, Benetton o El Corte Inglés.
El Rana Plaza no tenía luces de
neón ni estuco blanco como el de la Gran Vía. Los trabajadores no ganaban 700
euros, sino unos 60 euros al mes y sus jornadas laborales eran mucho más
largas. Dos edificios a más de 8.000 kilómetros de distancia que sirven
igualmente para explicar cómo es posible que tú puedas comprarte unos vaqueros
a ocho euros.
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