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HISTORIA DEL MARXISMO:CLASE 1-INTRODUCCIÓN

viernes, 25 de octubre de 2019

Análisis del documento de Lenin "El derecho de las naciones a la autodeterminación"


La Autodeterminación de las Naciones es una propuesta del programa de los marxistas rusos que en su apartado 9, explicita las bases y condiciones para alcanzar ese objetivo. En su día fue criticado duramente entre otros por el liquidacionista ruso Semkovski, el bundista Libman y el socialnacionalista ucranio Yurkévich, estos tres señores le dedicaron en sus periódicos un gran desprecio.

Lenin quiso hacer frente a esta ofensiva a través de este articulo refutando tales argumentos para desactivarlos, ya que consideraba no aportaba nada que no hubiese ya dicho Rosa Luxemburgo en su artículo de 1908-1909: La cuestión nacional y la autonomía. En esta obra Rosa Luixemburgo se suma a quienes criticaban el punto noveno del programa del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), el cual lo consideraba metafísico y abstracto.

Lo primero que les espeta es su ignorancia por no saber de dónde proviene esa reivindicación, aparecida ya en el programa ruso de 1903 y también en una decisión del Congreso Internacional de Londres de 1896. A Rosa Luxemburgo le echa en cara dejarse llevar por elucubraciones divertidas para conocer la voluntad de un pueblo, tampoco aclara si sus argumentos se basan en definiciones jurídicas o en la experiencia de los movimientos nacionales del mundo entero.

Lo que habría que decir es que el triunfo del capitalismo sobre el feudalismo se basó en gran medida al sostén de los movimientos nacionales y la estrategia de la burguesía de concentrar los mercados unificándolos en una unidad económica, derrotando a los diversos señores feudales diseminados por el territorio y de este modo adquiriendo una cohesión estatal alrededor también como especificó Lenin de un idioma, que hará factible la comunicación entre los integrantes de ese espacio conjunto.
Lenin lo resumiría de esta forma:

“Por ello, la tendencia de todo movimiento nacional es formar Estados nacionales, que son los que mejor cumplen estas exigencias del capitalismo contemporáneo. Impulsan a ello factores económicos de lo más profundos, y para toda la Europa Occidental, es más, para todo el mundo civilizado, el Estado nacional es por ello lo típico, lo normal en el período capitalista”.

De este modo recalca taxativamente que la autodeterminación de las naciones significa, yendo al grano y no perdiéndose en procedimientos jurídicos, si nos atenemos a los desarrollos históricos en paralelo y a las condiciones económicas de esos movimientos nacionales, se traduciría en una separación estatal del conjunto de una nación, constituyéndose un Estado nacional independiente.

Es aquí cuando Lenin comienza una argumentación basándose en el folleto de Kautsky “Nacionalidad e internacionalidad” para desarbolar a Rosa Luxemburgo, aduciendo de ella que tome citas de este texto de Kautsky y no se dé cuenta que lo que hace el autor es describir las mejores condiciones para darse un Estado nación. Le critica también que exponga la imposibilidad de poder llevar a cabo la autodeterminación de Estados pequeños como: Montenegro, Rumania, Serbia, etc. por la dependencia al capital y no vea como incluso grandes naciones como Rusia dependen del capital financiero imperialista. Le recrimina que confunda la autodeterminación de los Pueblos con la autodeterminación en lo económico. A este respecto pone el ejemplo de Asia con la aparición de un Estado como Japón, el cual ha desarrollado una potente producción mercantil, avanzando en el capitalismo y a la misma vez sojuzgando a otras colonias. Siendo así, ratifica las tesis de Kautsky “el Estado nacional es regla y norma del capitalismo”, contradiciendo a Rosa en sus argumentaciones.

En cuanto al planteamiento histórico concreto de la cuestión, Lenin explicaba lo siguiente. Primero de todo analizar en el contexto y con un repaso histórico al desarrollo del país se este estudiando, a la misma vez que comparándolo con otros países para ver sus particularidades concretas.

A este respecto habría que contextualizar lo siguiente. El régimen zarista sometía a las nacionalidades del imperio ruso a la más feroz opresión. Según el censo de 1897, el último bajo el régimen imperial, de una población de 129 millones de habitantes sólo 55,6 millones eran rusos, un 43% del total. Sin embargo, la lengua rusa, la religión ortodoxa oficial y la administración zarista eran impuestas al 57% restante, compuesto por decenas de nacionalidades y grupos étnicos: ucranianos, bielorrusos, polacos, finlandeses, lituanos, letones, judíos, los pueblos caucásicos, los pueblos turco-tártaros, moldavos, alemanes, etc. Para afianzar su dominio, el zarismo recurría a menudo a los pogromos —linchamiento masivo de un determinado grupo cultural— e incluso al exterminio de poblaciones enteras, especialmente en el Cáucaso. El carácter multinacional del imperio ruso, esa cárcel de pueblos, utilizando palabras de Lenin, se debió a su peculiar desarrollo histórico. Mientras que en el siglo XIX el capitalismo industrial estaba ya muy avanzado en el occidente europeo, en Rusia la servidumbre de la gleba no fue abolida jurídicamente hasta el año 1861.

Lenin distinguió, por tanto, dos épocas diferenciadas en el capitalismo: una de ellas la bancarrota del feudalismo y el absolutismo, correspondiendo por consiguiente a la creación de los Estados nación. la época en que los movimientos nacionales adquieren por vez primera el carácter de movimientos de masas Y la época donde las estructuras de estos países ya conformados en Estados burgueses capitalistas se han definido y como tal existe el antagonismo de clase entre proletariado y burguesía.

En esa línea Lenin explica:
“Lo típico de la primera época es el despertar de los movimientos nacionales y la incorporación a ellos de los campesinos, que son el sector de la población más numeroso y más "difícil de mover" para la lucha por la libertad política en general y por los derechos de la nación en particular. Lo típico de la segunda es la ausencia de movimientos democráticos burgueses de masas, cuando el capitalismo desarrollado, al aproximar y amalgamar cada día más las naciones, ya plenamente incorporadas al intercambio comercial, pone en primer plano el antagonismo entre el capital fundido a escala internacional y el movimiento obrero internacional.”

Estos párrafos son los fundamentales para hacer valer su crítica contra R. Luxemburgo, defendiendo a la misma vez el programa de los marxistas rusos, ante sus diatribas vacías exentas de análisis dialectico sin concretarlo en la observación histórica del fenómeno se da pone en Rusia.

R. Luxemburgo siempre defendería el derecho de Polonia a poseer una autonomía ante Rusia, como eje de sus estudios contrarios a la autodeterminación de los pueblos, concretamente en su artículo "El problema nacional y la autonomía".

A este respecto R. Luxemburgo en su cruzada contra el Derecho de Autodeterminación escribiría en clara oposición al programa de los marxistas rusos en su apartado noveno:
"...A pesar de lo elástico que es el principio del "derecho de las naciones a la autodeterminación", que es el más puro de los lugares comunes, ya que, evidentemente, se puede aplicar por igual no sólo a los pueblos que habitan Rusia, sino también a las naciones que viven en Alemania y en Austria, en Suiza y en Suecia, en América y en Australia, no lo encontramos ni en un solo programa de los partidos socialistas contemporáneos..."

Ante tales aseveraciones que no pretendían más que poner en evidencia del aislamiento de los marxistas rusos, Lenin discrepa de ella exponiendo que, en el planteamiento de ese punto del programa marxista ruso, lo que expresa no es como dice ella “el más puro de los lugares comunes” si no que está referido a los movimientos nacionales democráticos burgueses, que como es sabido ya terminaron sus revoluciones burguesas conformando su Estado nación, en cambio en Rusia no se da ese principio.  Recalcando para justificar su análisis este importante comentario:

“En la Europa continental, de Occidente, la época de las revoluciones democráticas burguesas abarca un lapso bastante determinado, aproximadamente de 1789 a 1871. Esta fue precisamente la época de los movimientos nacionales y de la creación de los Estados nacionales. Terminada esta época, Europa Occidental había cristalizado en un sistema de Estados burgueses que, además, eran, como norma, Estados unidos en el aspecto nacional. Por eso, buscar ahora el derecho de autodeterminación en los programas de los socialistas de Europa Occidental significa no comprender el abecé del marxismo.”

En Europa Oriental y en Asia, la época de las revoluciones democráticas burguesas no comenzó hasta 1905, de ahí se deduce que Rusia estaba en ese momento atravesando ese periodo histórico y de tal manera hacen explícito en su programa ese importante punto.

En este apartado del análisis de R. Luxemburgo criticado por Lenin, desliza el ejemplo de Austria para afirmar sus supuestos y Lenin le replica sobre la base de la constitución como Estado nación de Austria, distinguiendo diferentes condicionantes en Rusia y en Austria como la uniformidad rusa predominante frente a la heterogeneidad austriaca, aunque esta uniformidad sólo se daba en el centro del país, Siendo los alógenos (extranjeros) el grupo mayoritario un 57 % establecidos en la periferia. Al mismo tiempo le lanza una puya importante al identificarle en el programa de los socialdemócratas austriacos, a través del ponente polaco Reger, incluían entre sus aspiraciones la de la unificación nacional, de la libertad e independencia de sus pueblos.


A saber, La monarquía austriaca por aquel entonces se extendía por toda Europa central, desde la frontera con Suiza hasta la lejana Bucovina, en la frontera de Rusia con Rumania. Tenía una Constitución dualista en la que el reino histórico de Hungría contaba con un parlamento propio, radicado en su capital Budapest, en tanto el parlamento austriaco se encontraba en Viena. Tenían en común el arancel aduanero, la política exterior y el ejército. Las decisiones se acordaban en común entre los dos países a través de delegaciones a sus parlamentos respectivos. La constitución burguesa de 1867 prometía la igualdad de derechos, pero era papel mojado. Se propuso la idea de conformarse a la manera cantonal como en Suiza, estando en esto a favor el emperador austriaco Francisco José. El problema fue que las nacionalidades de sus ciudadanos eran diversas y variables en cada uno de los territorios y los choques entre ciudadanos, sobre todo lingüísticos eran frecuentes. En el reino de Hungría los magiares ocupaban un lugar privilegiado frente al resto de nacionalidades. Algo menos evolucionado, los problemas surgían por cómo llevar a cabo la modernización económica del país, la elección del idioma en la escolarización, sobre el idioma oficial o el vernáculo en los asuntos burocráticos.

En ese complicado Estado dual, la socialdemocracia austriaca no quería romper la conformación del marco legal. En su empeño de impedir la desintegración de la monarquía desembocó en el tratamiento no traumático de la llamada “autonomía cultural”, a la cual Lenin se opondría.

A diferencia de los austriacos, la socialdemocracia rusa el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), no tenía existencia legal bajo la autocracia zarista. Desde su primer Congreso (1898) defendía el derecho de las naciones a su autodeterminación, de acurdo con la célebre resolución de la II Internacional en el Congreso de Londres (1896), reafirmada como hemos dicho en el Congreso del POSDR de 1903. La rusificación brutal y sin escrúpulos le confería al Imperio zarista el grado de “cárcel de pueblos”.

La burguesía siempre va actuar como la clase hegemónica imperante, viene a decir Lenin en los movimientos nacionales, pero el proletariado debe aprovechar esta circunstancia y luchar por su ideal de emancipación, al interés de su lucha de clases. La burguesía siempre empujará hacia su objetivo y frente a él se ha de encontrar el proletariado sin garantizar nada a ninguna nación ni comprometerse a dar nada a expensas de otra nación. Este planteamiento es el que contrapone a los argumentos de “practicismo” de R. Luxemburgo ante el programa de los marxistas rusos. En este contexto habrá que recordar la Comuna de Paris, no fue practica a los intereses de la burguesía francesa, que incluso tuvo que aliarse con los mismos enemigos en su guerra para derrotar a los insurrectos.

Así se le espetaba esto a los marxistas rusos:
“Se nos dice: apoyando el derecho a la separación, apoyáis el nacionalismo burgués de las naciones oprimidas.”. ¡Esto es lo que dice Rosa Luxemburgo y lo que tras ella repite el oportunista Semkovski, único representante, por cierto, de las ideas de los liquidadores sobre este problema en el periódico de los liquidadores!”

En estas líneas lo que viene a decir Lenin es que mientras se oponía R. Luxemburgo a la autodeterminación de Polonia, estaba favoreciendo con sus argumentos a la clase burguesa nacionalista rusa, aún más feudal y retrogrado:

“En todo nacionalismo burgués de una nación oprimida hay un contenido democrático general contra la opresión, y a este contenido le prestamos un apoyo incondicional, apartando rigurosamente la tendencia al exclusivismo nacional, luchando contra la tendencia del burgués polaco a oprimir al hebreo, etc., etc.”

El planteamiento que desarrolla Lenin es un planteamiento de nulidad de privilegios de nación alguna, con una inquebrantable postura de igualdad entre naciones y obreros.

En este apartado de la reflexión de Lenin arremete contra el Partido Demócrata Constitucionalista, al que le echa en cara que nunca haya estado a favor del Derecho a la autodeterminación, a pesar de aparecer el subterfugio del derecho de autodeterminación cultural en su programa.

Centrados en los razonamientos de los señores Sávenko y Kokoshkin del Partido Demócrata Constitucionalista despliega Lenin su batería de ideas para vencer esas posiciones nacionalistas a ultranza del Estado ruso, hablando acerca del problema ucraniano. Ante tal desvarío uniendo a la crítica a R. Luxemburgo que expresaba posiciones favorables a que el divorcio fuese tratado por los Parlamentos centrales, presenta como ejemplo el derecho al divorcio que los mismos reaccionarios hablan de romper las familias si se lleva a delante y aduce que:
“Pero la democracia considera que los reaccionarios son unos hipócritas, pues, en realidad, defienden la omnipotencia de la policía y de la burocracia, los privilegios de un sexo y la peor opresión de la mujer; considera que, en realidad, la libertad de divorcio no significa la "disgregación" de los vínculos familiares, sino, por el contrario, su fortalecimiento sobre los únicos cimientos democráticos que son posibles y estables en una sociedad civilizada.”

Este capítulo se cierra desgranando una verdad irrefutable y es que al proletario con conciencia le da igual sea explotado por el burgués propio o el alógeno, si con ello significa no conseguir su emancipación. El obrero con conciencia de clase le son indiferentes los privilegios de los capitalistas rusos, como los de otra nación constituido o por constituir. El desarrollo del capitalismo proseguirá si no se enfrenta. Y así dice de mantener una profunda neutralidad con la burguesía de su nación ya que, si perciben desde el proletariado de otro país los apoyos a la burguesía nacional, ésta será recelosa y no confiará, debilitando la solidaridad internacionalista de clase. Y el negar el derecho a la autodeterminación, o a la separación, significa indefectiblemente, en la práctica, apoyar los privilegios de la nación dominante.

En el punto sexto razona sobre la separación de Noruega de Suecia y como R. Luxemburgo la utiliza para apoyar sus tesis. Le espeta si ha llegado a razonar en ¿si la socialdemocracia necesita, en un Estado de composición nacional heterogénea, un programa que reconozca el derecho a la autodeterminación o a la separación?. A lo que Rosa no responde y da continuas vueltas como cuando menciona al periodiquillo de Cracovia Naprzód, del cual se sirve para tomar la postura contraria a la que expresa. Le da un repaso histórico ateniéndose al materialismo histórico, demostrando los continuos roces entre estos dos países y así en agosto de 1905 a través de un referéndum decidieron no tener el mismo rey que Suecia. Le recuerda el hecho histórico de la integración de Noruega en el reino de Suecia:
“Noruega fue entregada a Suecia por los monarcas durante las guerras napoleónicas, contra la voluntad de los noruegos y los suecos hubieron de llevar tropas a Noruega para someterla. Después de eso durante largos decenios. A pesar de la autonomía de extraordinaria amplitud que contaba Noruega (Parlamento propio), constantes roces entre Noruega y Suecia, y los noruegos procuraron con todas las fuerzas sacudirse el yugo de la aristocracia sueca.”.
Esto fue en agosto de 1905 y Lenin siempre lo pondría como ejemplo del buen hacer autodeterminativo pacifico de una nación.

El punto séptimo del análisis versa sobre el reconocimiento de la socialdemocracia del Derechos a la autodeterminación. Tal como dice el acuerdo del Congreso Internacional de Londres celebrado en 1896, declara encontrarse a favor de tal Derecho, expresando sus simpatías a los obreros de todas las naciones que sufran el yugo de un Estado opresor. Cita a los srs. Semkovski, Libman y Yurkévich, los cuales parecen no conocer el acuerdo, pero en cambio R. Luxemburgo si lo conocería. Ella se basaría en el carácter declarativo de la Resolución para no darle la importancia que tenía. Este hecho sacó de los nervios a Lenin que indica en el análisis las tres posiciones se defendieron:

-         *El punto de vista de los “fraquistas”
-         *El punto de vista de R. Luxemburgo
-         *El que desarrollaría C. Kautsky

El punto octavo del trabajo de Lenin sostiene este la posición favorable de K. Marx a la autodeterminación de los pueblos poniendo como ejemplo a Irlanda, que en un principio no la veía, aunque luego si la apoyó con fuerza. Señala en las cartas de Marx el tremendo odio mantienen los obreros ingleses sobre los irlandeses y expresa que todas las infamias inglesas tienen su origen en la esfera irlandesa, señalando como una de las causas el sojuzgamiento de este pueblo por el inglés a través de las armas. Marx de este modo cambiaría su postura respecto a Irlanda como refleja esta anotación que realiza Lenin:
“La clase obrera de Inglaterra no podrá liberarse mientras Irlanda no se libere del yugo inglés. La esclavización de Irlanda fortalece y nutre a la reacción en Inglaterra”

El siguiente punto lleva a tratar el Programa marxista de 1903, relata las posturas incluso anteriores que dieron paso a este posicionamiento en el Congreso marxista, como por ejemplo la de Plejanov, al que los ponentes de la delegación polaca no le apoyaron, discutiéndole sus ideas. Sus posturas iban encaminadas a defender una "autonomía nacional cultural", lo cual significaba de alguna forma posicionarse al lado del partido liberal recién constituido, el Partido Demócrata Constitucionalista (Kadetes) de la Rusia de ese tiempo.

Los polacos fueron al II Congreso (1903), declarando que era imprescindible y urgente la unificación. Pero lo abandonaron tras de sufrir "reveses" en la comisión de programa, y su última palabra fue una declaración escrita, en la que se hacía la precitada propuesta de sustituir la autodeterminación por la autonomía nacional cultural tal y como figura en las actas del congreso.

Es en este apartado cuando Lenin carga contra Trotski advirtiendo que en ningún lugar los marxistas polacos dejan entrever la supresión del programa de los marxistas rusos el punto 9 del Derecho a la autodeterminación de los pueblos. Dice de él. ¡Trotski obsequioso, enemigo peligroso! Y le atribuye la expansión de chismes. Directamente lo califica de liquidador y sus palabras como atestiguan el escrito no hacían fiarse de él:
“Trotski jamás ha tenido una opinión firme en un solo problema serio del marxismo, siempre "se ha metido por la rendija" de tales o cuales divergencias, pasándose de un bando a otro. En estos momentos se halla en la compañía de bundistas y liquidadores. Y estos señores no tienen muchos miramientos con el partido.”

Finalmente, en el punto de conclusiones, Lenin defiende la postura de la inclusión del Derecho de autodeterminación de las naciones, alejarse de cualquier tentación nacionalista que enfrentase a los obreros de los pueblos entre sí. Propugnar la unidad de la lucha proletaria y de las organizaciones proletarias, su más íntima fusión en una comunidad internacional.

A modo de resumen diríamos que la disputa entre Rosa Luxemburgo y Lenin se salda históricamente a favor de este último ya que la reunificación e independencia de Polonia se daría en 1918, un poco antes de su muerte. Los calificativos de utópica o irrealizable dedicados al programa de los marxistas rusos se convirtieron en posibles y por otro lado las ideas de Lenin iluminaron el cielo de las naciones y obreros pretendían su emancipación del país opresor.

Por último, sacar la conclusión de que Lenin y los marxistas rusos consiguieron despejar todas las dudas nublaban este concepto focalizándolo en su trasfondo de clase en la cuestión nacional. Por eso sus posiciones eran bien esquematizadas y fundamentadas, sin caer en las tentaciones del nacionalismo de la burguesía de las nacionalidades oprimidas, ni tampoco en la represión de la burguesía naciente rusa, sojuzgadora de la clase obrera. Tenían que mantener firmemente una política de independencia de clase en todo momento. Por otro lado Lenin a lo largo de este trabajo de 1914 acerca de la Autodeterminación de los Pueblos deja entrever con sus análisis el no apoyar la Federación, ni las autonomías por ser herramientas utilizadas por liquidacionistas, burgueses y oportunistas.

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