Digámoslo sin ambages: lo que de verdad hace a Venezuela irreconciliable con el Hegemonismo es ser ejemplo. No es el petróleo, ni los servicios públicos, ni el enclave estratégico caribeño, ni el respiro dado a Cuba, ni los comunistas en el poder (que no lo están), ni la burguesía nacional bolivariana (que la hay, claro). Lo que no traga la Casa Blanca es ver a Venezuela plantada ahí, ante el Norte, mostrándoles a los adeptos a la pos-historia que hay vida después de Fukuyama, y, peor aún, mostrándoselo a los 60 millones de parias excluidos/encerrados/enterrados al fondo del Corazón de la Bestia. Miles de ellos llevan años templando sus helados inviernos gracias a las donaciones estatales venezolanas.
Si Venezuela fuera nada más que un país, aún se podría ir medrando con tal exotismo necesario a “la pluralidad” multi-tutti. Pero Venezuela hace tiempo que ha dejado de ser un país: ahora es la Gran Colombia de Bolívar. Y, es más, es el subcontinente de mar a mar, y es la Siria de América, y es nada menos que nuestro género humano y su oportunidad no agotada de porvenir. El Comandante Chávez hizo de Venezuela un organismo complejo por haber dado pauta a tan decisiva batalla internacional. Venezuela es mente (ideología), es voz (medios de contra-hegemonía), es manos tendidas (CELAC, internacionalismo con todo pueblo y país resistentes…), es estómago y fuerza (MERCOSUR), es venas que echan raíz y florecen (ALBA), es pecho bombeando (UNASUR), es semilla y siembra de su estela. Es un caminar haciendo amigos con la naturalidad y el optimismo que dan la verdad y la razón. Porque, después de todo, quizás no sea el nuevo orden mundial aquél que el sionismo nos tiene deparado, sino otro bien distinto.
“Los muertos que vos tratasteis de enterrar gozan de buena salud”, escupe al imperialismo el ejemplo bolivariano. ¿Y si los muertos de siempre revolucionan su propia andadura, vieja y silenciosa?. La nietzscheano-supremacista raza de los Señores (Herr Rasse) teme ir quedándose sin el sostén mundial de su inmunda democracia (hacia adentro); sedoso correlato político-institucional (“sociedad abierta”, Karl Popper) de la conciliación material de un amplio espectro inter-clase, y donde el bloque policlasista dominante -quien más quien menos, claro- toma desigual pedazo del festín parasitario. Burguesía financiera, burocrática, pequeña burguesía, aristocracia obrera, “asalariados” de plusvalías contantes y sonantes tomando un Valor muy superior al por ellos generado, si es que alguno generan.
Por eso mismo Venezuela se granjea el terror/odio desde la socialdemocracia incluso más que por parte de cualquier otra fracción imperialista. Pues el instinto de clase de la progresía, radicalmente improductiva y así dependiente de los ingresos de Estado y su centralización/distribución acometida, le alerta de cuánto la quebradura del puzzle internacional puede llegar a atentar contra el Progreso (contra el suyo). Y tal como ayer los Kautsky, los Malleirand, los Guesde y los Lassalle hablaban de ir a dar plomo a los negritos-malos por Bien del Progreso de los negritos-buenos, hoy El País, La Sexta, Quattro, En tierra hostil, El intermedio, llaman a la comunidad internacional a solidarizarse “con el pueblo venezolano” contra el pueblo venezolano y “con la democracia” contra la democracia propia, que para todo país oprimido ha de significar el pueblo al Mando ejerciendo su Dictadura contra las clases internas vehiculares de involución a la dependencia neo-colonial.
Ciertos sectores del trotskismo, más taimados, hablan de “izquierda real” y de “su impasse en Venezuela”, tratando así de adelantar por la “izquierda” para llegar a la derecha, como han hecho toda la vida. Y PODEMOS, cómo no, invoca “los Derechos Humanos”, o sea, derechos para los humanos golpistas, para los productores de foto-montajes allanadores de los caza-bombarderos, para los incendiarios de hospitales, para los bloqueadores de cargamentos de víveres, y para los Escuadrones suburbanos asesinos de convecinos y de sus delegados políticos comunales.
El colmo es –tal y como los revolucionistas hacen- difamar a Venezuela y a su proceso tildando de “socialdemócrata” al sistema bolivariano. Nada de eso. Nos encontramos, en rigor, ante la anti-socialdemocracia en curso:
1º. La República Bolivariana ha y sigue desarrollando lucha de clases, contra la tesis socialdemócrata de conciliación;
2º. En la República Bolivariana, la riqueza redistribuida en favor del pueblo se compone de factores de producción colectivizados (capitales físicos) tanto como de porciones de Capital-Valor acumulado, contra el proceder socialdemócrata de redistribuir la miseria sin tocar la Cuota de Acumulación indispensable a la Reproducción Ampliada financiera y monopolista;
3º. Lejos de toda metafísica socialdemócrata sobre un “Estado más allá de las clases y mediador por los intereses del total de población”, el Estado venezolano es explícitamente un aparato actuante por los intereses materiales de las clases populares en detrimento de otras clases (terratenientes, burguesía compradora, capital comercial, aristocracia obrera petrolera, Cuadros administrativos y tecno-burocráticos salariales perjudicados en su status y tren de vida por las políticas igualitaristas, etc.).
4º. La abstracción dual socialdemócrata de “La Patria” consiste, bien en idealizarla cuando la cuestión es agredir y saquear por la “civilización”, “el Mundo Libre”, “la paz” o hasta la “revolución” (chovinismo), bien en demonizarla cuando se trata de alienar a las poblaciones imperialistas respecto de cualquier posicionamiento solidario para con las patrias agredidas, y ello en nombre de no ser “nacionalistas”, de no apoyar “a Estados”, de pensar con “perspectiva internacionalista”, de ser “libertarios”, etc. Contra dicha abstracción dual, la República Bolivariana es la patria del pueblo contra la patria de los vende-patrias y contra las patrias opresoras imperialistas.
Lo de “Dictador” no se atreven mucho ya a llamárselo en España a Maduro. Ello desde que por prensa se filtraron fotos mostrando inundadas las calles de multitud roja a decenas de millones, de modo que hasta el más cretino lector de diarios podría preguntarse de quiénes es tal Dictadura y contra quiénes se ejerce (o cuestión de la relatividad de la democracia-dictadura con arreglo a las clases).
Pero si hay subsuelo común de confluencia para toda la sarta de chupasangres con consciencia de clase, desde las sectas ultra-red al social-liberalismo de Felipe González y su think-tank latinoamericano, es evocar día y noche la etiqueta de “los gorilas del Régimen” y “sus asaltos autoritarios a jovencitas”; camelo selvático-racista que deja fe y constancia de la cosmovisión de fondo que rige a estos señoritos y a toda su Herr Rasse demográfica.
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